24 Jun LAURENCE GRAFF: EL JOYERO. PARTE 2
CONOCE LA VIDA Y LA BIOGRAFÍA DE LAURENCE GRAFF: EL CÉLEBRE JOYERO, PARTE 2
En esta entrada, continuaremos agregando los divinos detalles sobre la vida del famoso joyero Laurence Graff, un multimillonario británico que ha recorrido el arduo camino de cuidador de baños a maestro de toda la industria de la joyería durante décadas. Debido a su gran talento para tallar las gemas creó un auténtico imperio de la joyería que opera con éxito en todo el mundo.
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Laurence Garaff: sus inicios
Laurence Graff, nacido en Stepney en 1938 en una familia judía , hijo de una madre rumana, Rebecca Segal, y un padre ruso, Harry Graff. Su hermano Raymond nació en 1947.
El futuro joyero y su familia emigraron al East End londinense, su padre montó una pequeña tienda de dulces poco antes de alistarse para luchar en la II Guerra Mundial. A los 14 años, viendo que la escuela no era lo suyo, su madre le buscó un trabajo de aprendiz junto a un joyero llamado Schindler. “Mi cometido era limpiar el retrete, así que lo dejé a los tres meses”, recuerda.
El barrio de Hatton Garden estaba repleto de joyerías y no tardó en encontrar un nuevo empleo en Segal&Co, donde aprendió a soldar anillos. Posteriormente se asoció con un joyero para montar juntos un taller de reparación. A los pocos años la deuda les abocó hasta el cierre. “Decidí quedarme con el taller y toda la deuda, que pagué en seis meses tras pedir crédito a mis proveedores. Un comerciante me fió 33 diamantes y los uní en un solo anillo. Lo vendí al día siguiente, hice otro encargo y poco a poco fui abriéndome paso en este negocio”, prosigue.
A los 24 años ya había abierto dos pequeñas tiendas en Londres, pero no conseguía vender sus deslucidos diseños a los mejores joyeros de la ciudad. Ni corto ni perezoso, metió 1.000 dólares en joyas (unos 770 euros) en su maletín y se plantó en Sinpagur, donde contactó con un comerciante de Newcastle.
La demanda le obligó a viajar cada dos meses. “De repente estaba vendiendo 20.000 dólares (15.400 euros) en un abrir y cerrar de ojos”, comenta. Fue el primer golpe de suerte de su carrera. En los años 60 conoció al príncipe de Brunei y su esposa, quienes le regalaron un Aston Martin para sus repartos y se convirtieron en clientes de por vida.
Durante los 70, el petróleo inundó Oriente Medio y sus clientes árabes empezaron a viajar a Londres. En 1974 cerró sus dos comercios para abrir uno mayor. Un día entró el príncipe saudí Turki bin Abdul Aziz y “compró toda la tienda”. A
partir de los 90 su negocio creció exponencialmente tras convertirse en accionista mayoritario de Safdico. “Llevo 60 años en este negocio y nunca he tenido miedo a comprar. El mejor diamante, siempre se vende”, asegura Graff, que destaca un nombre entre todos sus clientes: Liz Taylor. Famoso por sus golpes de efecto, el año pasado recreó el icónico peinado Hair and Jewell de los años 70. Si entonces el tocado se valoró en un millón de dólares (740.000 euros), la versión actual, compuesta por 22 diamantes y piedras preciosas, alcanzó los 500 millones (368,9 millones de euros).
Esta es una de la excentricidades que más ha llamado la atención en la industria de la joyería. No es casual que se haya elegido recrear el icónico peinado de 1970 para la celebración de los sesenta aniversario de Diamond Graff. Evento que se realizó en el exclusivo negocio de diamantes el famoso joyero, Laurence Graff, en donde se ha rediseñado una versión más cara del famoso peinado de 1970, adornado con diamantes y piedras preciosas de su compañía, que tuvo un valor “entonces” de $1 millón (€740,000).
Como ya lo dijimos sesenta años después y para conmemorar su aniversario, Graff Diamonds, recreó el icónico peinado “Hair & Jewel”, el cual cuenta ahora con la increíble suma de 22 diamantes y piedras preciosas – extremadamente raras y únicas – con un valor total de $500 millones (€368.9 millones).
La modelo Dalia Gunther tuvo su moño equipado con las raras joyas, creadas en la casa matriz de Graff Diamonds en Londres, incluyendo un anillo de diamante con una esmeralda de color amarillo vívido de 52.73 quilates.
El nuevo peinado también cuenta con los exclusivos pendientes “Sweethearts” de Graff Diamonds de 51.53 quilates, y un diamantes en forma de corazón de 50.76 quilates; un pendiente de diamante briolette azul vivido, internamente perfecto de 10.47 quilates; un hermoso anillo de diamante rosado intenso, con un corte óvalo, internamente perfecto de 6.51 quilates; más el gigantesco diamante “Letöeng Star” de 550 quilates, considerado el diamante blanco en bruto más grande jamás descubierto y el 14º entre los más grande del mundo.
Según Laurence Graff, la idea original de “Hair & Jewel” vino de uno de sus viajes de negocios mientras promovía su exclusiva joyería de diamantes ‘Graff’ alrededor del mundo, “Reconocí la importancia de establecer la marca Graff a nivel mundial. La creación del peinado de $1 millón, Hair & Jewel, ofreció la oportunidad perfecta para hacerlo,” dijo el joyero, citado por la fuente de noticias
Más detalles sobre el éxito escalonado del joyero Laurence Graff.
Como ya lo hemos esbozado, su gran oportunidad llegó cuando vendía su mercancía en una tienda en el Departamento de Robinson en Singapur.
Él se encontró con el Príncipe y la Princesa de Brunei (ahora el sultán de Brunei y la Reina).
Fue el comienzo de una relación de por vida con la familia real de Brunei, que han adquirido la joyería Graff por valor de decenas de millones de dólares.
Muchos otros clientes ultra ricos aparecieron a continuación.
Con las ganancias de sus clientes de gama alta, Graff comenzó a construir un gran imperio al por menor, a partir de su tienda insignia en Mayfair en Londres. Se expandió a Europa y América.
Necesitando un suministro constante de piedras más grandes para su negocio en expansión, compró una participación con un mayorista de diamantes de Johannesburgo, Sudáfrica Diamond Corporation. Esa propiedad también le dio derecho de ser concesionario De Beers, con el derecho de comprar diamantes en bruto al por mayor.
Ahora su organización maneja toda su propia empresa de corte y pulido de diamantes, así como la fabricación de joyería.
todavía compra las mejores piedras preciosas del mundo dondequiera que pueda encontrarlas, con frecuencia en una subasta.
El negocio de el sería volver a cortar la piedra si fuera necesario, pero sólo piedras espectaculares pondrá en la joyería Graff, siendo suficiente para él tener un beneficio, no importa el precio de la subasta.
«La vida de los diamantes es muy larga. Pero el mejor momento de su vida es cuando se convierten en una pieza de joyería. Como todas las obras de arte, deben ser disfrutadas por el público y no yacer muertas en cajas fuertes». Este lema se convirtió en la máxima prioridad de Graff, que estaba dispuesto a hacer todo lo posible para exponer en salones y exposiciones de joyería.
Tras su suerte con el monarca de Brunéi, el joyero se dio a conocer a muchos clanes adinerados de países como India, China y Malasia. Su filosofía empresarial era sencilla: las mejores piedras preciosas, un toque de «frescura» en sus diseños clásicos y un servicio impecable.
Cuando el negocio del joyero despegó, compró una participación mayoritaria en una empresa sudafricana de extracción de diamantes. Desde entonces, Graff ha estado al acecho de cualquier diamante digno de mención. Está a la caza de los más grandes, así como de los de color. O bien los obtiene de las empresas de Lawrence o bien los atrapa en batallas de subastas, pujando hasta el final. Este hombre tiene el histórico diamante azul, que perteneció a los Wittelsbach, en su colección, y una réplica de cristal del mismo sirve de exposición en el museo.
Laurence Graff, hizo su nombre en la industria de la joyería, porque cuenta en su haber con un valor total en joyas de 500 millones de dólares. Emblemáticas gemas convertidas en bellas imágenes elevada a la categoría de joyas por las que Graff se hizo famoso en todo el mundo, junto con ejemplos de campañas de comunicación que le otorgaron a Graff su notoriedad.
las piedras preciosas legendarias, como el Promesa de Lesotho, un diamante de 603 quilates que Graff transformó en un collar de 63 gemas perfectamente cortadas; o la Delaire Amanecer, que 118.08 quilates lo convierten en el diamante Fancy Vivid Yellow más grande del mundo; y el Constelación de Graff, que con sus 102.79 quilates es también el diamante Flawless color D de corte redondo más grande del mundo.
Además de estos diamantes excepcionales, la Casa Graff adquiere en las subastes los más espléndidos Diamantes que son piezas absolutamente raras y extraordinarias que se tallan en su joyería y que son elevadas como genuinas obras de arte.
Laurence posee una fortuna estimada en 3,2 millones de euros y ocupa el puesto 333 de la lista Forbes; está considerado como uno de los 10 hombres más ricos de Reino Unido, aunque actualmente reside en Suiza.
Además de sus minas, talleres de pulido, joyerías, en su fortuna cuentan las viviendas que posee en Ginebra, New York, Londres y la Costa Azul Francesa, un yate de 45 metros de eslora, un avión privado, una inmobiliaria, una finca en Sudáfrica (que cuenta con bodega, cabañas y restaurante); además de su impresionante colección de obras de arte contemporáneo. En 2013 recibió la Orden Británica por su servicio a la joyería.
ALGUNAS ANÉCDOTAS SOBRE EL PATRIMONIO DE LAURENCE GRAFF.
Su patrimonio neto se estima en 4.100 millones de dólares. Graff es un activo filántropo a través de su Fundación FACET.
La Fundación FACET – For Africa’s Children Every Time – está destinada a apoyar la educación, la salud y el bienestar de las comunidades del sur de África. Graff obtiene, corta y pule muchas de sus hermosas piedras en África.
Es un coleccionista de arte moderno y contemporáneo. La colección de arte de Graff incluye obras de Andy Warholl, Pablo Picasso y Jeff Koons.
Según datos aportados por la red Laurence Graff, sigue casado con la madre de tres de sus hijos (François Graff, de 50 años, es el actual CEO de la compañía), en 2009 protagonizó un sonado escándalo tras reconocer un cuarto vástago, fruto de su relación con la joyera Josephine Daniel, 34 años menor que él. “Quién sabe, quizá sea él mi futuro heredero”, bromea.
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