28 Mar JOHN GALLIANO: MAISON MARGIELA. 2014-ACTUALIDAD.
CONOCE LA ETAPA DE JOHN GALLIANO COMO DIRECTOR CREATIVO DE LA MAISON MARGIELA.
Jhon Galliano, luego de haber gozado de 15 años de una escalada de éxitos en la dirección creativa de Cristian Dior, pasó a un fatídico descenso en su vida creativa.
“El rey de los excesos” como también se le conoce, es el preferido de muchas celebrities: entre ellas, Charlize Theron (su musa), Cate Blanchett o Nicole Kidman, entre otras.
Su descenso, en el imperio de la moda, le costó una larga temporada de rehabilitación en Arizona, pero regresa al mundo de los textiles como director creativo de la Maison Margiela prestigiosa marca de lujo y de vanguardia parisina propiedad del multimillonario italiano Renzo Rosso.
El diseñador inglés con sus irreverentes atuendos y su cabello largo que le cubre un ojo. Una pitillera dorada ‘vintage’ y un mechero son lo más extravagante de sus oropeles.
Para el celebre diseñador fumar es el último vicio que le queda. Lleva más de una década sobrio, desde la publicación de un vídeo en el que aparecía en actitud acosadora y antisemita hacia los clientes de un bar de París, en 2011. Ese incidente supuso un tremendo varapalo para su carrera. Se le tachó de racista y desapareció del mundo de la moda. «Antes el trabajo era lo más importante en mi vida, no mi salud», explica, en una exclusiva entrevista para la revista Hola.
El hecho de que esté sobrio y feliz, hablando de su trabajo en Maison Margiela, cuyas ventas han aumentado un 30% desde que llegó, representa un triunfo personal y profesional.
Jhon Galliano: Un regreso triunfal pero mesurado
Los magnates del imperio de la moda, entre otras celebridades apostaban a que no superaría la vergüenza de su caída en desgracia.
El mismo día en que Dior anunció su despido, el 1 de marzo de 2011, ingresó en una clínica de rehabilitación en Arizona. Después siguió su recuperación en su casa de campo de Francia. Fue la culminación, según sus palabras, de años abusando de las drogas y el alcohol, todo ello agravado por la presión para seguir creando.
Era esclavo de su éxito, pero reconoce que su forma de entender el trabajo también tiene un lado autodestructivo: «El proceso creativo me consume, es uno de mis muchos defectos de carácter que tengo que vigilar». Dice que cuando trabaja prácticamente entra en trance. »
Si estuviera haciendo un ‘fitting’ y el edificio se incendiase, no me enteraría», señala. Ahora intenta encontrar el equilibrio. «Mis amigos me llaman a las ocho de la tarde y me preguntan: ‘¿Aún estás ahí?'», ríe, «me dicen que el mundo no se va a parar porque me vaya a casa».
Durante sus años en Dior, cuando un asistente le sujetaba el cigarrillo en el ‘backstage’ de los desfiles y otro el mechero, estaba tan desconectado de la realidad que las tareas más mundanas le superaban: «No sabía cómo escribir mails ni usar el móvil, me lo hacían todo». Después de la rehabilitación llegó a consultar a los monjes Shaolin. «Quería aprender a meditar», dice, «me dijeron que el proceso creativo era mi forma de pensar».
Volver a su casa de la infancia, en East Dulwich, en el sureste de Londres, fue parte de su terapia.
Datos biográficos de Jhon Galliano.
Nació en Gibraltar el 28 de noviembre de 1960. Su padre, John Joseph, era fontanero, y su madre, Anita, cocinera en un colegio. Eran católicos devotos y él solía hacer de monaguillo. Fue a la escuela primaria Wilson y sufrió acoso de niño. Se refugió en su imaginación antes de encontrar su vena creativa en la escuela de moda Saint Martins.
Sin embargo, volver a su antiguo barrio en La sobriedad ha transformado su rutina. Ahora madruga y va al gimnasio. «Me mantiene en el presente», dice, «es muy importante, porque durante mucho tiempo no lo estuve».
Desayuna té verde, fruta y copos de avena con leche de almendras. Llega pronto a la oficina. «Ahora entiendo por qué la gente empieza a trabajar a las 9.00. Antes solía acabar a esa hora«, ríe.
Galliano pasa sus días investigando y haciendo pruebas, rodeado de su equipo de diseño (gran parte trabajaba con él en Dior) y muchos becarios. «Antes siempre estaban en otra habitación», recuerda.
Le han abierto un perfil en Instagram y sigue a gente joven que le llama la atención por su estilo. Pega fotos en las paredes de su estudio y las usa como referencia para sus estilismos. «Es un test de realismo», añade.
Mientras que algunos no perdonan lo que dijo («amo a Hitler»), otros están dispuestos a darle una segunda oportunidad.
Algunas fuentes afirman que cuando Rosso le ofreció retomar su carrera con Martin Margiela, dijo que no. Tenía otra oferta. Gracias a su amiga Anna Wintour, Galliano estaba a punto de pasar tres semanas trabajando como diseñador invitado de su colega Oscar de la Renta. El rey de la moda de la alta sociedad americana se estaba muriendo de cáncer y buscaba un sucesor. Muchos creen que fue un periodo de prueba pero, aunque su trabajo en la casa fue bien recibido, acabó volviendo a París.
Rosso siguió en contacto con él. «Martin creó algo innovador, icónico y único hasta hoy.
No podíamos permitirnos incorporar a cualquiera, necesitábamos otro visionario», dijo. Invitó a Galliano a visitar la sede de la firma, un antiguo convento en ruinas en la calle de Saint-Maur. «Al entrar y ver la pintura desgastada, mientras sonaban las campanas de Saint Joseph, me pareció que tenía alma», cuenta. «Alexis [su novio] debió de notar algo porque me preguntó si estaba bien y le dije que sí.
Él añadió: ‘Estás preparado, ¿verdad?’, y entonces le respondí que me sentía muy bien ahí. Hay emoción en todas partes, el tiempo ha dejado su huella en sus paredes, emoción y polvo. ¡El cielo!».
Galliano en la Maison Margiela.
Muchos en el sector se preguntaron si Galliano era el más adecuado para Margiela, donde prevalecen unos arraigados códigos de anonimato. Su fundador, que dejó la firma en 2009, no concedía entrevistas ni aparecía en fotos. Aun así, dio su visto bueno al creador. Sus caminos se habían cruzado ya varias veces.
Cuando Galliano presentó su marca homónima por primera vez en París, Margiela le prestó un salón en su edificio. «Pero era tan paranoico que tapó todas las rendijas de las puertas y las cerraduras con cinta adhesiva para que no pudiera mirar en su estudio y copiarle nada», explica. Ahora, igual que Margiela, Galliano ya no sale al final de sus desfiles y muy raramente habla con la prensa. «Quiero que la atención se centre en la ropa», dice.
Psicológicamente, Galliano tuvo que dar vuelta a esa mentalidad de puertas cerradas y el código de anonimato en Maison Margiela que han sido su zona de seguridad durante años. En lugar de eso, decidió que mostraría cada paso en la confección de la colección, en extremo detalle, solo que añadiendo unos giros muy especiales en la narrativa. “Pensé ‘voy a ser completamente transparente sobre esto, justo ahora’. Siempre he temido estar en frente de la cámara y a todas esas cosas que haces cuando sabes que tienes a la cámara viéndote, pero decidí que estaba listo. Así que busqué a [el fotógrafo británico] Nick Knight, en quien confío y a quien quiero”.
Igual que su predecesor, está obsesionado con los forros y los interiores de sus diseños, y confecciona abrigos que se pueden colgar de los hombros con tirantes mostrando así su cara interior. El bolso que ha creado para la casa lleva un forro que se retira y puede usarse individualmente. Habla maravillas de una nueva lana que puede cortarse a contrahilo para prendas de día.
Su método no ha cambiado. Tal y como hacía en Dior, usa el taller de costura como un laboratorio de diseño para crear nuevas líneas, siluetas y volúmenes que luego transforma en ‘prêt-à-porter‘.
«Tiene que haber una emoción detrás», dice sobre su forma de trabajar, «siempre me he inspirado en la historia. Hoy en día puede no ser tan importante, pero es algo que está en los fundamentos de la moda, el entender cómo se ensamblaban las cosas». Todavía investiga cada colección con rigor académico, pero ya no busca contar las historias de fantasía que acompañaban sus antiguos diseños. «He pensado mucho en ello. o le trae malos recuerdos.
En cuanto a la tecnología agrega:
“Ha sido un proceso nuevo y estimulante”, suelta Galliano. Parte de la tecnología fue incorporada dentro de la colección. “Ha influido en la manera en la que asigno las telas para algunos de los vestidos, ha sido una manera muy creativa de trabajar. Y claro que algunas de las secuencias son en tiempo real, con vestidos reales, porque creo que hoy en día queremos ver la realidad también.
Le pedí a mis muchachos que se filmaran a sí mismos en iPads al comienzo de la pandemia. Estuvieron haciendo experimentos en 3D, en sus mesas de las cocinas, en sus terrazas, en sus garajes. Fue así como todo empezó
A modo de conclusión podemos afirmar, que Jhon Galliano conocido también como “el rey de los excesos” en los múltiples reportajes sobre su vida, tras muchas de las noticias que han salido a la luz, lo han llevado al margen de su amplio trabajo como creativo por algunas firmas como su propia marca y Dior.
Luego de una multa y un reconocimiento público, a modo de disculpa, se le concede de nuevo una oportunidad y es en Margiela la sede para seguir haciendo lo que mejor sabe: arte excéntrico en la pasarela y en la vida real. Único como nadie más, reconocido por sus teatros y diferencias al hacer un catwalk diferente.
Los modelos también son diferentes, no desfilan, más bien presentan el “yo más íntimo” de John, que ya no sale en las pasarelas como en su época en Dior, pero se destaca su actitud y su manera de caminar.
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