19 Mar PATENTES ESPAÑOLAS FAMOSAS. 3
CONOCE ALGUNAS DE LAS PATENTES ESPAÑOLAS MÁS FAMOSAS. PARTE 3.
Como hemos visto en entrada anteriores, España ha sido una fuente de innovaciones, aunque las innovaciones surgidas de España no sean muchas en comparación a las surgidas en países como Estados Unidos, Japón o Alemania, las innovaciones españolas han dejado un gran impacto en el mundo como ha sido los casos de la fregona de Manuel Jalón, y los inventos de Leonardo Torrres Quevedo, que abarcan desde los antecedentes de la calculadora digital y del control remoto hasta el teleférico, el cual se ha convertido en un medio de transporte importante en varias ciudades.
Por lo tanto, Torres Quevedo ha dejado su influencia en los campos de la informática, la mecánica y el transporte, convirtiéndose en uno de los científicos e inventores más importantes del siglo XX.
Ahora bien, patentar una innovación o invento no es un asunto fácil, ya que según las normas españolas en la materia, existen creaciones que no pueden ser patentadas las teorías científicas, los métodos matemáticos, las obras artísticas, literarias y científicas, los planes, reglas o métodos para juegos o actividades intelectuales o económicos-comerciales, las formas de presentar informaciones, los programas de ordenadores o software, las razas de animales, las variedades vegetales, los métodos de tratamiento quirúrgico, terapéuticos o de diagnostico.
Así que los innovadores y emprendedores deben ser conscientes de que cualquier cosa no puede ser patentada. Continuemos conociendo las patentes más famosas de España:
LA PATENTE DEL FUTBOLÍN
El futbolín o el futbol de mesa es un juego de mesa que se basa en el fútbol. Consiste en una mesa especial sobre la cual hay ejes transversales que tienen palancas con formas de jugadores que son girados para golpear la pelota. Existen dos tipos de juegos de fútbol de mesa: el internacional donde los jugadores tienen las piernas juntas, mientras que el futbolín español los jugadores tienen las piernas separadas y la mesa tiene medidas diferentes.
Ahora bien, la invención del futbolín ha sido atribuida a varias personas. Sin embargo, se sabe que la primera patente del futbolín español se atribuye a Alejandro Finisterre, cuyo verdadero nombre era Alejandro Campos Ramírez, quien nació en La Coruña en el año 1919 y falleció en Zamora en 2007.
Alejandro Campos Ramírez fue poeta, anarquista, inventor y editor. Campos Ramírez vivió muchos años en el exilio en varios países, incluidos Francia y México, regresando a España en la época de la Transición.
La historia de la creación del futbolín español menciona que durante la Guerra Civil Campos, entonces de 18 años de edad, fue herido durante un bombardeo. Durante su convalecencia, vio que sus compañeros, que eran fanáticos del fútbol, no podían jugarlo y, según sus palabras “ellos miraban jugar a los chicos sanos al fútbol cono nostalgia y de esa mirada nació el futbolín”.
Alejandro Campos Ramírez le solicitó a su amigo Francisco Javier Altuna, quien era carpintero, que construyera lo que fue el primer futbolín, en cuyo diseño se inspiró en el tenis de mesa. Campos logró patentar el futbolín en 1937, pero con debido a la guerra y a su partida el exilio, los papeles de la patente del futbolín se perdieron.
En este punto, es interesante destacar que el propio Campos, en una entrevista que dio en España, mencionó que otros modelos del juego de mesa fueron patentados anteriormente al suyo. Y en efecto, en Reino Unido fue patentado un juego de futbol de mesa por Harold Sealer Thorton en el año 1922, y en Estados Unidos Louis P. Thorton presentó una patente de este juego. Pero lo particular es que la patente con el método y el diseño de Alejandro Campos fue el que se hizo más popular.
Debido a la perdida de los papeles de la patente, a Alejandro Campos Ramírez se le hizo muy difícil reivindicar el futbolín, por lo que muchos comenzaron a comercializar el futbolín sin la autorización ni el reconocimiento que Campos merecía. En 1953, Campos llegó a Guatemala, país donde pudo relanzar su invención al establecer la empresa “Campos Ramírez y Compañía”, la cual comercializaba el futilo o futbol de mensa.
Sin embargo, Campos patentó otros inventos, los cuales destacan el pasa-hojas mecánico y el juego Hundir La Flota, la cual pudo patentar, pero la misma quedó sin efecto debido a sus constantes cambios de residencia, no pudo mantener su vigencia.
En los últimos años, Alejandro Campos Ramírez ha logrado el reconocimiento que ha merecido durante décadas como el inventor de uno de los juegos de mesa más populares del mundo, jugado por personas de todas las edades y clases sociales.
LA PATENTE DEL MINIPIMER
El minipimer o la batidora de mano es un utensilio de cocina que permite mezclar y triturar los alimentos sin necesidad de hacerlo en recipientes aparte. Si bien, el invento original de la batidora proviene de Suiza, el diseñador industrial barcelonés Gabriel Lluelles fue la mente detrás de lo que es el minipimer. El minipimer se caracteriza por ser de una tamaño más fácil de usar que simplificaba el trabajo de los usuarios al momento de triturar los alimentos.
En este sentido, Lluelles era un diseñador industrial que trabajaba para la empresa Pequeñas Industrias Mecánico Eléctricas Reunidas (Pimer). El equipo de diseño de la empresa diseñó una batidora de forma cilíndrica que tenía integrado el vaso, sin embargo, era un objeto difícil de limpiar. Por lo que en el año 1959, Gabriel Lluelles dio con el diseño que hizo más simple el uso de a batidora: colocar un brazo a la hélice de la batidora y quitar el receptáculo donde quedaban los restos de los alimentos.
Esta innovación de Lluelles hizo de la batidora más cómoda, fácil de usar y hasta para guardar debido a que se puede colgar en la pared, pero también la hizo más económica, ya que antes del diseño de Lluelles, la batidora costaba 2000 pesetas, mientras que la Pimer costaba apenas 600 pesetas.
La batidora se conoce bajo la denominación Minipimer debido a su tamaño y a que era comercializado por la empresa Pimer, y justamente por ello, la patente de diseño de la batidora pertenecía a la empresa y no a Gabriel Lluelles. En 1962, poco tiempo después de la salida al mercado de la minipimer, la empresa Pimer fue adquirida, y después se fusionó con la famosa empresa de electrodoméstico Braun, por lo tanto, Braun pasó a ser la propietaria de la patente de la batidora minipimer. Al respecto, en una entrevista que Gabriel Lluelles dijo lo siguiente: “No me hice millonario, la patente era de la empresa”.
Gabriel Lluelles tuvo una larga carrera en el área del diseño industrial, por lo que la minipimer no es su única innovación, ya que también diseñó objetos tales como ventiladores, aspiradoras, exprimidores, tostadores, licuadoras, secadores de cabello que han simplificado la vida de millones de personas. Lluelles ha sido reconocido y homenajeado tanto en vida como después de su fallecimiento en 2012, ya que es considerado el mejor representante del diseño industrial español del siglo XX.
LA PATENTE DEL ABRELATAS
El siglo XIX fue revolucionario en cuanto a la conservación de alimentos, por cuanto en el año 1810 el inglés Peter Durand patentó la primera lata que permitía la conservación de los alimentos, basándose en el procedimiento de conservación de alimentos por medio del calor de recipientes herméticamente cerrados.
Ahora bien, en esas épocas abrir las latas que contenían los alimentos era bastante complicado debido a que el material con el que estaban hechas era bastante pesado, por lo que eran abiertas usando martillos o cualquier otro instrumento que derribara un material pesado. Los primeros instrumentos para abrir latas empezaron a surgir en los años 1850. De hecho, el primer abrelatas fue patentado en 1855 por el británico Robert Yeates.
Pero de todos estos instrumentos, solo uno creado a principios de la década de los 1900 es el que sirvió de base para la creación de los abrelatas que usamos en la actualidad. Y el creador de ese abrelatas decisivo fue el español José Valle Armesto.
José Valle Armesto nació en 1870 Negueira de Muñiz en la Provincia de Lugo pero a temprana edad se mudó a Gijón a finales del siglo XIX. No tenia estudios formales en materia de ingeniería, pero se enroló en el ejercito donde llegó a hacer su servicio militar en Cuba.
Cuando concluyó su época en el ejercito, José Valle Armesto compró una nave industrial al conseguir un socio. Sin embargo, en el años 1905 se dedicó a la creación de un abrelatas, el cual, según su memoria descriptiva “es un útil o dispositivo de sencilla construcción y manejo que aún en contraposición de su mínimo peso y volumen, reúne notables ventajas por estar estudiado especialmente para que pueda tener cuatro aplicaciones diferentes,”. Entre los usos del abrelatas se encuentran perforar las latas en conserva mediante una ligera presión, lo cual evitaba que se abriera la totalidad del envase, pero también sirve como destornillador de poca fuerza y para abrir botellas.
La patente del abrelatas de José Valle Armesto fue registrada en 1906 y fue comercializada como El Explorador Español, logrando convertirse en todo un hito del diseño y la utilidad. Además, la empresa J Valle Armesto S.A., fue muy activa en la publicidad para el posicionamiento del abrelatas. Por lo que era más que un abrelatas, era una herramienta.
De la empresa de José Valle Armesto también salieron otras innovaciones, tales como los tapones de porcelana para las botellas y las llaves de alambre para latas de conserva.
Sin duda, las innovaciones españolas del siglo XX han dejado su huella en todo el mundo.
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