09 Dic NINA RICCI: SU BIOGRAFÍA E HISTORIA. PARTE 1.
CONOCE A LA DISEÑADORA DE MODA ITALIANA NINA RICCI. SU BIOGRAFÍA E HISTORIA.
En esta entrada te presentamos la vida y biografía de la célebre diseñadora de moda francesa y de origen italiano Nina Ricci. La casa Nina Ricci fue fundada por Maria «Nina» Ricci y su hijo Robert en París en 1932, y propiedad del grupo español de belleza y moda Puig desde 1998.
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MARIA «NINA» RICCI 1883-1970. SU BIOGRAFÍA.
Maria Adélaïde Giuseppa Nielli (1883-1970) conocida como Nina Ricci, fue una diseñadora de moda y modista francesa de origen italiano.
Nina Ricci, ha sido una diseñadora símbolo de denominada como “la nueva feminidad”.
Nacida en Turín el 14 de enero de 1883, se trasladó a Florencia a los 5 años y dos años más tarde a Marsella en Francia. La casa de Nina Ricci es una rareza en el mundo de la alta costura de París de principios del siglo XX. Aunque durante muchos años fue una de las casas de alta costura más exitosa de esa ciudad, nunca fue considerada al mismo nivel que otras firmas rivales de su época como Chanel, Vionnet o Lanvin.
Su clientela, que le proporcionó un gran éxito financiero durante gran parte de su vida, era mucho más que la alta burguesía francesa, llegando a ser internacional, a diferencia de las otras casas de moda del país.
Nina Ricci, la casa y su nombre homónimo, surgió de una empresa de venta al por menor llamada Casa Raffin que, aunque tenía mucho éxito financiero y comercial, era considerada por lo demás como uno más de los muchos pequeños establecimientos de confección y alta costura habituales en París en los primeros años del siglo XX. Fue a partir de este momento cuando se creó la casa de Nina Ricci y podemos hablar del nacimiento de la casa de Nina Ricci.
NINA RICCI: SUS INICIOS.
Nina era hija de un zapatero, que trasladó su negocio a Montecarlo, pero cuando este falleció la familia de la italiana se dispersó y junto con su hermana y su madre se mudó a París. Con solamente 14 años, consiguió un trabajo como costurera. Unos años más tarde, en un encuentro ocasional, fue cuando conoció a Luigi Ricci, hijo de un joyero florentino, con quien se casó poco después, cambiando su nombre por el de Nina Ricci.
Cuando contaba con 23 años dio a luz a su hijo Robert, el hombre que más tarde desempeñaría un papel aún más duradero en la marca que el de su fundadora y al que crio sin ayuda después de enviudar con sólo 27 años. La diseñadora continuó durante todos sus años de juventud persiguiendo su amor por la moda. Ya desde joven mostró signos de ser superdotada y debido a este talento innato para el diseño, a los 18 años ya era directora del taller en el que inició.
En el año 1908 entró en el negocio del diseñador Raffin, donde permaneció durante veinte años, posteriormente ya montó su propio taller.
NINA RICCI: EVOLUCIÓN DESDE SU PEQUEÑO NEGOCIO A UNA EMPRESA REFERENTE DE LA ALTA COSTURA.
Se produjo un importante giro en la vida de Nina en el año 1932, la diseñadora creó su propia firma junto a su hijo, ambos formaban la perfecta combinación, mientras que él se dedicaba al aspecto puramente comercial, ella se volcó en exclusiva en el diseño.
Robert era un hombre de negocios, dotado de una sensibilidad y un sentido estético ambos muy marcados. Era un personaje romántico, amante de la mujer y siempre preocupado, al igual que su madre, por ensalzarla, destacar sus cualidades, explotar lo mejor de ella, sin imponerle un estilo.
A lo largo de los años 30 logró un éxito tal que llegó a contar con 11 pisos a lo largo de 3 edificios situados en la misma calle. El primer establecimiento, fruto de esta asociación entre madre e hijo, lo abrieron en “El boulevard des Capucines de París”.
El estilo clásico y elegante de su aguja fueron una de las claves de su éxito, dando lugar a impresionantes piezas que trabaja directamente sobre el maniquí. Trabajando de esta manera tan singular, establecía sobre el maniquí líneas, formas y proporciones muy calculadas hasta llegar al producto final. Estas creaciones no tardaron en convencer al público debido a su feminidad y elegancia, ya que eran refinadas, sensuales y románticas.
Una de sus citas más famosas que refleja perfectamente su estilo fue:
«Importa y mucho que el vestido respete y realce la personalidad de la mujer, tal y como es. No hay error más grande que imponer un estilo”.
LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL: TIEMPO DE ESCASEZ PARA EL SECTOR DE LA MODA.
La segunda Guerra mundial ocasionó un importante perjuicio al negocio en París. Tal fue así que Alemania intentó trasladar a Berlín o a Viena la alta costura parisina, pero no se consiguió finalmente. Como es obvio el final de la guerra trajo consigo una época de escasez y racionamiento.
Que el mundo textil no era una excepción, lo demuestra el hecho de que, en algunos países, incluso se llegó a regular la cantidad de tejido que se podía utilizar en las prendas. Ello influyó a que se diese un mayor uso de la falda lisa y recta, los trajes de estilo militar y los zapatos con la suela de goma, ya que este material era más barato que el cuero.
EL DESEO DE NINA RICCI DE VOLVER A LA ALTA COSTURA.
Una de sus más atrevidas creaciones fue un vestido creado en 1937 de cuello halter, cuyo escote iba desde el cuello hasta la cintura. Tras la Segunda Guerra mundial, las necesidades económicas y el deseo de recobrar otra vez los diseños de alta costura, hicieron a Robert Ricci tener una gloriosa idea.
Esta fue llevada a cabo también por Lucien Lelong y básicamente consistía en vestir a 172 muñecas por diferentes diseñadores, como Balenciaga, Madame Gres, etc. Estas peculiares creaciones fueron expuestas en el Louvre, aunque tuvieron tanto éxito que se enseñaron por toda Europa e incluso en Estados Unidos.
NINA RICCI Y LOS RASGOS CARACTERÍSTICOS DE SUS DISEÑOS.
La diseñadora prefería y optaba normalmente por las prendas de tipo clásico. La sobriedad, la contención, el buen gusto, un equilibrio absoluto y el cuidado de los detalles se alineaban a la perfección con la idea que tenía de la mujer y de cómo debía tratarse, con delicadeza, suavidad y respeto.
Estos eran los calificativos que acompañaban la sensualidad que destilaban sus modelos. La diseñadora era una verdadera arquitecta de la moda. Dotada de un gran talento, destacaba en sus prendas la vaporosidad, ya que optaba por los vestidos que dejaban total libertad a la mujer para moverse con soltura y comodidad.
Ella misma se encargaba de probar las prendas sobre los cuerpos de las modelos para garantizar que en todo momento quedara preservado el resalte de la silueta, pero, al mismo tiempo, que dejaran un amplio margen para el movimiento, el dinamismo y la elegancia de la figura.
Los trajes de Nina siempre fueron elegantes, con aire afrancesado y refinados, de un cierto clasicismo, trabajados directamente con las piezas de tela. Siempre destacó por el excelente acabado de sus prendas, especialmente apropiadas para mujeres mayores.
Debido al increíble éxito de sus diseños, en el año 1939 la casa pasa de 40 empleados iniciales a 450.
LA DISEÑADORA ROMÁNTICA Y DELICADA.
Debemos de destacar que la italiana fue mucho más que una diseñadora, ya que fue la primera en asegurar que la moda era en realidad, una actitud para “disfrutar y ser feliz”.
Podemos afirmar que fue una gran representante del romanticismo, llenando sus prendas con muchísimo color y estampados florales, apostando por ellos, frente a diseños cómodos y neutros que en los años treinta proponían su competencia en el sector, como Coco Chanel.
En esta época sus diseños y propuestas clásicas y delicadas iban totalmente contracorriente de lo habitual en las altas firmas. Su rivalidad pública con la diseñadora Coco Chanel, llamaba mucho la atención de los clientes, ya que esta incluso la llegó a calificar con desagrado de ‘la señora de la esquina’ ó ‘la italiana’. Pero este aspecto no impidió que Nina destacase con el argumento: ‘sé tú misma antes de ser vista’, con el que llegaba a presentar sus diseños.
Aunque en la actualidad se trate de un pensamiento lógico, a mediados del siglo pasado era totalmente impensable, debido a que suponía toda una declaración de principios que ponía a las mujeres en una situación por delante de las expectativas sociales a las que en aquella época estaban sometidas.
Por otra parte, esta singularidad de la diseñadora provocó un crecimiento de la ‘maison’, totalmente increíble, sus prendas se fueron haciendo un hueco entre la clientela de la alta sociedad francesa, hasta llegar a convertirse en las favoritas de esta clase social.
Asimismo, fueron varias las actrices de cine, como Suzy Delair, Daniele Darrieux o Micheline Presle, las que se declararon totalmente admiradoras de sus diseños. Cinco años más tarde, empezó a triunfar entre las mujeres estadounidenses más adineradas.
NINA RICCI: LA MODA COMO ACTITUD.
‘La moda es algo más que moda’ afirmaba la madame italiana, como explicábamos previamente era sorpréndete como se podía adelantar a las reflexiones sobre la moda de su época. Tras el periodo de la guerra, siendo años tan duros, ella siempre intentó con su actitud volver a dar importancia a la mujer a través de sus creaciones alegres y coloridas.
De hecho, su firma, dio muchísima importancia a recuperar otra vez, la alegría y la pasión de las mujeres por la alta costura, organizando diferentes eventos, como por ejemplo la exposición de la que hablamos previamente, que tuvo lugar en el Louvre denominado ‘El teatro de la moda’.
Llegando a realizar hasta diseños para el vestuario de obras de teatro, contó con mucha capacidad para esculpir la tela directamente sobre el cuerpo de las diferentes modelos que trabajaban junto a ella, incluso prescindiendo de sus bocetos.
Debido a su gran talento, su primer desfile de moda, fue todo un éxito, llegando a atraer todavía más a una gran clientela, que apostaba por sus precios asequibles, frente a los de su competencia, perfección en la silueta y materiales de buena calidad.
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