24 Mar TEST ROGERS: ROGERS VS GRIMALDI. PARTE 2
En esta entrada continuamos conociendo el pleito que enfrentó a la estrella del Hollywood dorado Ginger Rogers contra el productor cinematográfico Alberto Grimaldi y el estudio MGM por el film Ginger and Fred. El film, cuyo guionista y director fue el legendario Federico Fellini, trata sobre Pippo y Amelia, dos imitadores retirados de Ginger Rogers y Fred Astaire, que se reencuentran en un programa de televisión.
Según Ginger Rogers, los productores del film usaron su nombre e imagen sin su autorización, haciendo que el público llegue a creer que ha autorizado de alguna manera el film o que ha colaborado con su realización, por lo que incurre en la falsa designación de origen establecido en el Lanham Act (la ley de marcas de Estados Unidos). Además de infringir su derecho de imagen y privacidad, ya que el film alegaba hechos falsos en relación a su vida privada.
Por su parte, los realizadores del film, incluyendo Fellini quien no fue incluido en la demanda, pero presentó una declaración escrita, indicaron que el uso que hicieron del nombre de la actriz fue solamente referencial al film y que en ningún momento su intención fue confundir al público de que el film se trata sobre la actriz. Por lo tanto, sus actos se encuentran protegidos por la primera enmienda de la Constitución estadounidense.
En este sentido, el Tribunal de Distrito de Nueva York declaró sin lugar la demanda presentada por Ginger Rogers, dándole la razón a los demandantes debido a que tanto el film como su título tienen mérito artístico suficiente debido a que el film no hace referencia directa a la actriz. Por ello, tanto el film y el titulo se encuentran protegidos por la primera enmienda de la Constitución estadounidense.
LA APELACIÓN DEL CASO ROGERS-GRIMALDI
La actriz Ginger Rogers no se quedó de brazos cruzados, ya que presentó apelación contra la decisión del Tribunal de Distrito de Nueva York de fecha 5 de agosto de 1988. En la apelación, Ginger Rogers mantuvo sus alegatos de que los realizadores del film usaron su autorización su nombre e imagen en el file, haciendo creer que colaboró o de alguna manera aprobó su realización, por lo que se estaba infringiendo el Lanham Act al inducir a la confusión en el público; además de infringir sus derechos de imagen y de privacidad.
Además, Rogers mencionó que la protección de la Primera Enmienda solo aplica cuando el titulo esté íntimamente relacionado con la obra que al autor no le quede otra alternativa que incluirla en el titulo de la obra. La apelación fue conocida por el Tribunal de Apelaciones del Segundo Circuito.
LA DECISIÓN DEL TRIBUNAL DE APELACIONES EN EL CASO ROGERS VS GRIMALDI
Ahora bien, el día 5 de mayo de 1989, el Tribunal del Apelaciones del Segundo Circuito emitió la decisión de la apelación presentada por Ginger Rogers contra la sentencia del Tribunal de Distrito de Nueva York en su demanda contra Alberto Grimaldi y la MGM.
El Tribunal de Apelaciones hizo un análisis de los puntos controvertidos del caso, sobre todo lo relativo a la aplicación del Lanham Act en una obra artística. Al analizar el caso, el Tribunal de Apelaciones llegó a conclusiones que difieren de aquellas del Tribunal del Distrito. Una de las conclusiones del Tribunal de Distrito fue considerar que las obras de arte no son mercancías o productos y por ello no pueden consideradas de la misma manera, es decir, que a las obras de arte no se les puede aplicar el Lanham Act.
Sin embargo, el Tribunal de Apelaciones llegó a la conclusión de que las obras de arte, como los libros, discos y películas, a pesar de su naturaliza artística pueden ser comercializadas al igual que productos utilitarios, esto hace que estas obras estén expuestas a causar. Por lo tanto el comprador de un libro debe ser protegido de posibles confusiones.
En consecuencia, los títulos de las obras artísticas pueden ser reguladas por el Lanham Act, inclusive para protegerlas de otras obras cuyo titulo haga referencia al de otra obra. El Tribunal de Apelaciones mencionó que la Primera Enmienda no puede servir como escudo para que los títulos de las obras no puedan ser reguladas por el Lanham Act.
El Tribunal señala que el titulo de una obra es de naturaleza híbrida debido a que combinan la expresión artística y la promoción comercial de la obra. El titulo de un film es parte integral de la expresión artística de su realizador al igual que un medio de mercadeo del film. Por lo que en un titulo lo artístico y lo comercial se encuentran inexorablemente unidos.
Por lo que el Tribuna consideró que las restricciones del Lanham Act pueden interferir con los valores y el propósito de la Primera Enmienda, por lo tanto, deben establecerse criterios para evitar dicho conflicto. En este contexto, el Tribunal cita el argumento de Rogers en relación a la no alternativa que tendría el autor para el uso de una marca en el titulo de la obra. El Tribunal considera que la “no alternativa” es un concepto muy vago que puede interferir con la libertad de expresión garantizada por la Primera Enmienda.
El Tribunal de Apelaciones consideró que el Lanham Act debe ser aplicado a las obras de arte solamente cuando el interés publico de evitar la confusión sopese más que la libertad de expresión. En este caso en concreto, al tratarse del nombre e imagen de una celebridad, no se aplica la norma de marcas con la excepción de que la obra no tiene relevancia artística o, si tiene relevancia artística, de forma explicita haga que el público caiga en error en relación a la fuente o el contenido de la obra.
En este caso, si el film Ginger and Fred no tuviera relevancia artística, en ese caso, se confundiría al público en relación al contenido o la fuente de la obra, por lo que estaría infringiendo el Lanham Act.
En la decisión el Tribunal menciona el caso de la canción Bette Davis Eyes en el cual el titulo usa el nombre de una celebridad pero que es artísticamente releavante para la obra, por lo que no se aplicaría el Lanham Ac. Pero se menciona un caso hipotético en el cual el film de la discordia se denominara The True Life Story of Ginger and Fred y que tuviera como merito artístico el hecho de que los protagonistas publicaran un libro con dicho titulo, en ese caso se estaría cometiendo actos de confusión que se encuadran en el Lanham Act.
Sin embargo, el Tribunal admite que el consumidor no percibe el titulo de una obra de la misma manera que a una marca. Por lo que el Lanham Act no puede servir como guía para elegir el nombre de una obra.
Tomando en cuenta lo anterior, el Tribunal de Apelaciones consideró que el film Ginger and Fred tiene suficiente mérito artístico, ya que los protagonistas tienen dichos sobrenombres porque son imitadores de las estrellas en el film. Además, deja claro que el film no trata sobre Ginger Rogers y Fred Astaire y en ningún momento de la película se da a entender que Ginger Rogers está conectada o afiliada a ls realización del film. Y que el uso del nombre de las celebridades es meramente referencial de lo que simbolizan en la edad dorada de Hollywood.
En consecuencia, el Tribunal de Apelaciones mantuvo el criterio del Tribunal de Distrito, por lo que la película Ginger and Fred no infringe la imagen y no induce al público a la confusión en relación a la conexión con Ginger Rogers. Por lo que el Tribunal de Apelaciones concluye que el Lanham Act no prohíbe el uso del nombre de una celebridad en el titulo de una obra de arte, siempre y cuando no denote de forma explicita una autoría, apoyo o conexión con la celebridad o que su contendido, falsamente, cree que exista tal conexión.
Con esta decisión, finalmente, se comenzó a aclarar un punto que hasta el momento resultaba difícil de analizar, el uso de un nombre famoso en el titulo de una obra de arte. Esta sentencia demuestra que el titulo de una obra de arte puede incurrir en la confusión establecida en el Lanham Act. Sin embargo, si cumple con los siguientes criterios: a) que el titulo tenga mérito artístico en relación a la obra y/o b) que el titulo de la obra no induzca a la confusión de forma explicita en relación a su origen y/o contenido.
Por lo que de esta manera las leyes estadounidense ya han conseguido regular un tema que hasta el momento resultaba como una laguna. En consecuencia, tanto los artistas como, en este caso en concreto, los famosos, ya cuentan con un tipo de regulación que para bien o para mal los puede beneficiar a ambos, ya que la intención del Tribunal es respetar el derecho de la persona, pero sin menoscabar la libertad de expresión que todo artista y creativo debe tener.
Esta sentencia ha marcado el área de la propiedad intelectual en los Estados Unidos, ya que los dos criterios que el Tribunal del Segundo Circuito de Apelaciones estableció en la sentencia de este caso han pasado a conocerse como el Test Rogers, el cual ha sido aplicado por los Tribunales estadounidense, ampliando su alcance al área de las marcas y cualquier seña o símbolo que sea célebre.
PARA LEER LA DECISIÓN DEL TRIBUNAL DE APELACIONES DEL SEGUNDO CIRCUITO, HACER CLIC AQUÍ (EN INGLÉS)
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