Junto a Alessandro entró como director ejecutivo Marco Bizzarri y el dúo que actualmente lleva el timón de Gucci empezó la transformación de la casa en 2015. La primera decisión de Marco fue darle protagonismo a un diseñador desconocido de pelo largo, barba y con una aura hippy que había llegado a la casa en 2002 de la mano de Tom Ford y justo antes de su nombramiento era un miembro destacado del equipo de Frida. Michele tuvo que realizar su primer desfile en nueve días y logró captar la atención del público, el peculiar estilo de Michele no dejó a nadie indiferente.
Con él la mujer se aleja de lo sexy para volverse más intelectual, romántica, melancólica y nerd. Como comentó Bizzarri, el hecho de nombrar a Michele permitió la transformación rápida y radical en poco tiempo de la firma, una reinvención total de la marca acompañada de una transformación cultural. En dos años la nueva filosofía ya estaba establecida y las cifras se multiplicaron hasta colocar a Gucci a la cabeza de las marcas de lujo italianas. Gucci se ha convertido en un referente de una modernidad con aire nostálgico, una superposición de épocas, estilos y tejidos. Llamativo, extravagante y ostentoso, pero efectivo.
“Trabajo con mis pasiones, y una de ellas es la calle. Otra es el Renacimiento. También me gustan mucho los años setenta y algunos detalles chics de los ochenta. Me atrae mezclar y hacer coincidir las referencias en un idioma nuevo. Creo que el lenguaje más rico es el más contradictorio, el más variado. Me gusta combinar diferentes expresiones, porque esta es mi manera de describir la belleza, y porque esta es también la forma en que el mundo actual describe la belleza. El mundo ya no habla una sola lengua. Es como con los perfumes. La moda está hecha de diferentes ingredientes, es una fórmula química aplicada a la estética. Y esta es la mía”. Pura esencia Alessandro Michele.