10 Nov ELIZABETH ARDEN: SU BIOGRAFÍA. PARTE 1.
CONOCE LA VIDA Y BIOGRAFÍA DE ELIZABETH ARDEN. PARTE 1.
En esta entrada, usted conocerá la primera parte de la biografía de una de las diseñadoras de cosmética más innovadora del siglo XX. Nos referimos a la creativa Elizabeth Arden, quien enalteció la belleza de la mujer y la elevó a un alto estándar. Ella creía que no bastaba con maquillarse y de allí surgió la idea de buscar una fórmula para lucir un rostro más lozano e innovó en el mercado con sus famosas cremas faciales, que hoy en día, son emblema de belleza y rejuvenecimiento para que todas luzcamos frescas y radiantes.
ELIZABETH ARDEN: SU BIOGRAFÍA.
Florence Nightingale Graham, mejor conocida como Elizabeth Arden, fue la mujer pionera que revolucionó la industria de la belleza femenina, haciéndola accesible para las mujeres. Nació en 1884 en un pequeño pueblo llamado wooddbridge cerca de Toronto, Canadá.
Ella aseguraba que cualquier persona que se cuidara desde joven, envejece con mayor atractivo y dignidad. Comenzó a trabajar en salas de belleza, aprendió todo sobre la elaboración de cremas y la aplicación de tratamientos.
En 1910 se trasladó a Nueva York, y abrió su primer spa en la Quinta Avenida, convirtiendo sus productos en los más deseados. Transformó la idea de spa, pintó de rojo intenso las puertas de su establecimiento para distinguirse del resto de tiendas que abarrotaba la avenida, fue tal la influencia de dicha puerta que en varios de sus diseños se puede observar la imagen.
Nacía así el mítico Red Door, un salón de belleza de tres habitaciones en el que creó un ambiente de lujo, a la vez que ofrecía tratamientos de belleza personalizados. Como defensora de los derechos de la mujer, participó en una de las marchas que pasó frente a su spa, junto con otras 15, 000 mujeres, todas usando lápiz labial rojo como símbolo de fuerza.
Implantar el uso de nuevos colores siempre fue uno de sus objetivos. En la década de los 30 comenzó a expandir su línea de cosméticos y anticipó el look total, con el que se coordinaba el color de labios, mejillas, ojos y uñas para complementar los tonos de la ropa.
En las décadas de los años 20 a los 40, Elizabeth Arden expandió la distribución de su firma a Europa, Canadá, América del Sur, Australia y las Antillas. En 1939, para promover sus productos, fue la primera que realizó publicidad comercial destinada a ser proyectada en salas de cine. Durante la Segunda Guerra Mundial desarrolló cosméticos para las mujeres que servían en el ejército y en 1946 se convirtió en la primera mujer en aparecer en la portada de la revista Time
Creó un nuevo método para el cuidado de la piel, dejando atrás la idea de aquella época, donde se creía que la misma crema servía para todo y para todos. De esta forma nace una nueva fórmula en el tratamiento moderno, los cuatro pasos básicos, limpiar, tonificar, hidratar y nutrir con diferentes fórmulas para distintos cutis.
La empresaria creó un estilo de vida que también se reflejó en la moda. Para dar vida a The Elizabeth Arden Collection se arriesgó y contrató a un joven diseñador, Oscar de la Renta.
Sus manos trabajaban haciendo y aplicando productos en su salón de la Quinta Avenida, pero ante la gran afluencia de clientela, decidió prepararlos para ser aplicados en casa sin necesidad de acudir al salón. A la vez iniciaba otra novedad, las demostraciones en los establecimientos donde iban a ser vendidos sus productos, y de esta forma enseñaba los secretos de su utilización. Durante su vida fue capaz de crear un imperio cosmético, con 40 salones Elizabeth Arden por todo el mundo. Murió en octubre de 1966.
LAS INNOVACIONES EN LOS PRODUCTOS MÁS FAMOSOS DE ELIZABETH ARDEN.
La lista de innovaciones de esta empresaria es sorprendente. Ella inventó ideas que parece que siempre han estado ahí: introdujo el maquillaje para ojos en Estados Unidos, las tallas de viaje, las pruebas de maquillaje en tiendas; fue la primera que nombró un producto de belleza con su nombre y la que promovió la formación sistemática del personal de venta.
Todo esto sigue vigente. Esta canadiense afincada en Nueva York abrió en 1910 en Manhattan un salón llamado Red Door; antes de esa fecha no existían los centros de belleza urbanos, lugares de cuidado y relax donde pasar unas horas en una ciudad. También los inventó ella.
En 1912 participó en el movimiento sufragista e incluso desarrolló un labial rojo para las sufragistas como símbolo de reivindicación. 15.000 mujeres lo llevaron es una manifestación. Su marca aguantó los años de la Depresión y siguió creciendo y expandiéndose en décadas siguientes.
Adoptó novedosas propuestas: masajes, baños relajantes, spa, salas de ejercicio, musicoterapia y electroterapia. A partir de entonces, su salón fue uno de los ejes de la vida social neoyorquina e hizo de Arden figura de la “jet set” internacional.
También acuñó nuevos conceptos como “Total Beauty” (basado en la salud de la piel) y “Total Look” (armonía cromática entre labios, mejillas, uñas y ropa), además de ser pionera en la difusión de productos de belleza a través del cine (1939) y para varones (1956). Tras adquirir la ciudadanía norteamericana e iniciar exportaciones (1915), ya lideraba el mercado nacional en 1916.
Para 1920, había creado más de 100 sustancias cosméticas en 600 presentaciones distintas. Tras establecer en París su primer salón en el extranjero (1922) y abrir el lujoso spa de Maine Chance (1934), sacó “Blue Grass” (1935), su primera fragancia, y el bálsamo para la piel “Eight Hours Cream” (1930).
En los años 30 facturó cuatro millones de dólares. Elizabeth Arden no tardó mucho en ser una de las mujeres más ricas del mundo, en un mundo en el que las mujeres no tenían fortuna propia. Y, lo más importante, concedió un status de seriedad a la cosmética del que carecía.
Fue en 1930 cuando formuló la Eight Hour®. Nació como bálsamo multifunción, más cerca del ungüento medicinal que de la cosmética.
La idea de Arden era vender algo que curara los problemas más comunes de la piel. Este producto trataría los labios agrietados, las manos secas, las pieles quemadas y las rozaduras. Su nombre procede del comentario de una clienta que la aplicó en una herida en la rodilla de su hijo. Se curó en ocho horas y la espabilada de la señora Arden vio que ahí había, no solo un gran nombre para un gran producto, sino una locomotora para su marca.
Se dice que ** cada treinta segundos, en algún lugar del mundo, se vende una Eight Hour®.**
La Eight Hour® pronto levantó el vuelo. No sólo servía para rescatar a la piel, algo bastante prosaico, sino que era un híbrido perfecto entre medicina y maquillaje. Aquí, ya entrábamos en el terreno de lo deseable; este producto no solo se necesitaba, también se quería. Su fórmula ** proporciona brillo a los labios, mejillas y párpados, da forma a las cejas, suaviza cutículas, da efecto satinado a hombros y escote, hidrata y da brillo a las piernas, acaba las puntas del cabello** y, prácticamente, sirve para lo que cada uno quiera.
La lista de usos de la Eight Hour es enorme. Tanto como la de sus usuarios anónimos y conocidos. Sus grandes militantes han sido los maquilladores, que llevan décadas incluyéndola en sus rutinas. Algunas estrellas como Victoria Beckham, Catherine Zeta-Jones o Amanda Peet han confesado su admiración; a otras muchas las han maquillado y maquillan con frecuencia con ella.
Es un clásico en los duty free de los aeropuertos y en la venta a bordo del avión. La usan hombres, mujeres y niños de todas las edades. ** El Príncipe Harry –cómo nos gusta esta anécdota– la llevó en su equipaje durante una expedición al Polo Sur.** La usa la realeza europea y la de Hollywood y, aún más importante: la pueden usar hasta animales. La propia Elizabeth Arden guardaba un tarro con ella en su establo para aplicarla en las patas de sus caballos.
La Eight Hour apenas ha modificado la fórmula (compuesta por vaselina, calmantes Beta-Hydroxy y Vitamina E) desde que nació, hace casi un siglo. Para qué. La marca ha desarrollado una línea a partir de sus ingredientes que incluye, entre otros productos, un aceite, hidratante diaria con protección, crema de manos, bálsamo de labios y protector solar. También una versión sin fragancia, uno de los puntos más distintivos de la crema.
Se suelen lanzar productos que se versionan en edición limitada con diseños especiales. La última es una paleta de maquillaje que une la Eight Hour® con los tres colores de labios mas vendidos. Todo son variaciones sobre el mismo tema. La crema original permanece intocable e intocada. No hay modificaciones en el color (albaricoque) , en la textura (pegajosa, brillante, grasa) y muy pequeñas en el packaging. Para qué.
Estamos ante un producto lleno de carisma. Va superando tendencias cosméticas como si fueran pantallas de un videojuego. Si se llevan las texturas ligeras, las ignora.
Si se busca cosmética orgánica y/o vegana, lo ignora. Si se mira hacia Oriente, lo ignora. Está tan segura de sí misma, de que lo que hace lo hace mejor que nadie, que no se mueve de su sitio. De su trono. La Eight Hour® es un producto contracorriente. Es eficaz, serio y legendario, algo que lo coloca en un lugar más allá de lo funcional. Es algo así como la Reina de Inglaterra de las cremas.
Ha sobrevivido a la Gran Depresión del siglo pasado, la saturación del mercado cosmético, la dictadura de las celebrities y las relaciones públicas y tumba a cualquier otro bálsamo multitodo del mercado. Lo hace sin renunciar a ser lo que es.
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