CONOCE EL CORSÉ Y SU HISTORIA.
Lo primero que imaginamos al escuchar la palabra corsé, es a una mujer al borde de la asfixia, reprimiendo el cuerpo con una cintura de avispa y amplias faldas de unos siglos atrás. Sin embargo, las piezas más tempranas conocidas de ropa interior se pueden remontar a las antiguas civilizaciones de Egipto y Grecia, cuando parece que su uso era puramente funcional.
Las mujeres de la antigüedad en Grecia y Roma no conocían el actual concepto de ropa interior. Por aquellos tiempos, el zóster era una larga banda de paño bordada, casi siempre confeccionada en lino blanco, aunque también podía teñirse, que las jóvenes solteras colocaban en su cintura. Estas prendas estaban dotadas de un gran valor simbólico y social, ya que cuando las mujeres contraían matrimonio, estas bandas eran desatadas por sus esposos como símbolo de su unión.
A medida que las modas cambiaban, la ropa íntima evolucionaba también y llegó a convertirse en el fundamento por el cual al vestuario externo se le daba forma y cuerpo. Las antiguas formas del corsé emergieron en el S.XV para desempeñar esta función. El rígido centro de la pieza, conocido como Basque, fue cubierto de formas decorativas.
CORSET: Se ata por la espalda o el frente con cintas que ejercen presión sobre el cuerpo hasta darle la forma deseada.
BASQUE: Se cierra con corchetes, por lo que la forma ya viene dada.
Por añadidura al corsé, se elaboraron enaguas como vendavales, arcos y polisones que crearon un armazón para los hábitos o túnicas llevadas como prendas de vestir exterior.
Miriñaque de 1858
La obsesiva moda isabelina del S.XVI, que popularizó los vendavales, fue diseñada para llamar la atención de unas caderas de mujer fecunda, sugiriendo fertilidad. Llegó a exagerarse durante el S.XVII, con el armazón de extraordinarias proporciones, usado como una ostentosa exhibición de los ricos, y altamente decorado con tejidos de la época. Durante la centuria del S.XIX, la cantidad y estilo de la ropa interior llevada por las mujeres alcanzó lo extremo. Tan inaccesible llegó a ser el cuerpo femenino entre las capas de ropa interior, que lo llevó a crear su propia forma de excitación sexual y así produjo los primeros espectáculos del STRIPTEASE.
En la época de la Regencia en el Reino Unido, período que comprende de 1811 a 1834 aproximadamente, fue un período de florecimiento de la arquitectura y la cultura en general, en el que la literatura destaca especialmente. La escritora Jane Austen, ha pasado a la historia como la cronista oficial de esa época a través de sus obras.
El Estilo Regencia pasa a la historia por su delicado cuidado en las normas de etiqueta refinadas y pautas sociales que llegó a la mayoría de los ámbitos de la vida de las clases nobles y burguesas inglesas.
Teniendo en cuenta que en esa época se llevaban las cinturas altas, el corsé no tenía la función de estrechar la cintura tanto como la de levantar y separar el pecho. El corsé podía ser corto o largo, y se ponían sobre una camisola de algodón o lino, sin adornos, que servía para proteger la piel del roce y al corsé del sudor del cuerpo, ya que éste era mucho más difícil de limpiar.
La camisola terminaba por encima del dobladillo del vestido. Los corsés cortos tenían un gran parecido a los sujetadores o semicorsés de hoy en día y su función era más la de realzar el busto para lucir los escotes cuadrados de la época. Los corsés largos eran muy parecidos a los bustiers, poseían un trozo de madera dura que se insertaba en la parte delantera para darle mayor rigidez.
Encima del corsé se solían llevar entre una y cinco enaguas para dar amplitud a las faldas de los vestidos y evitar que la fina tela de estos se pegara demasiado a las curvas femeninas.
Con la llegada del polisón en 1870, la atención se centró en la forma de las caderas de las mujeres y los traseros, así como también las cinturas y una larga y curvácea línea del cuerpo llegó a ser su propósito. El cuál se llevó a cabo con el corsé con curva en S, que distorsionaba el físico femenino y afectaba a la salud de las mujeres.
El POLISÓN enfatizó los traseros de las mujeres, y decoró con volantes o encajes las múltiples capas de enaguas que crearon faldas completas.
Llegaron a diseñarse elementos adicionales para realzar la figura como estos “BUSTLES”
En contraste de volumen entre las partes superiores e inferiores del cuerpo, se crearon corpiños y corsés ceñidos o apretados por medio de encajes o lazos. Estas obligatorias prendas de vestir se diseñaron para crear la necesidad de moldear el cuerpo de la mujer, incrementar sus complejas estructuras y su muy habitual analogía de represión femenina de las sociedades. occidentales.
A medida que se acercaba el S.XX, las mujeres iban controlando cada aspecto de su vida, y no sólo en sus corsés.
Ver un tobillo era una tentación a principios del 1900.
Mientras las piernas estaban rodeadas de pololos, debajo de las faldas, se estaba preparando una revolución en la que las mujeres comenzaban a pensar por sí mismas y a manifestarlo.
Las políticas sexuales de lencería y la emancipación femenina dieron pie al fuerte rechazo de las mujeres al uso del corsé en medio de la Primer Guerra Mundial. Momento en el que incluso las mujeres de alta sociedad trabajaron como enfermeras ofreciendo sus propias casas señoriales, como hospitales improvisados, ante la avalancha de heridos que llegaban del frente. Cambiaron los corsés por prendas cómodas y delantales que les permitieran un movimiento ágil y desenvuelto.
Las jóvenes de los años 20` adoptaron un estilo andrógeno, cuya ambigüedad sexual a la que se dio notoriedad, se mostraba en pleno desarrollo con vestidos rectos que ya no destacaban la figura del torso, sino que mostraba los tobillos con unos tacones bajos pero que realzaban la feminidad de las piernas.
El culto a la delgadez, la dieta y una vida activa en la que la mujer comenzó a realizar deporte, llevaron a muchas a pasar problemas, ya que no les era fácil adelgazar. Por lo que los corsés de hule que se llevaban pegados a la piel ayudaron a este fin. A pesar de su aspecto juvenil de chico, las mujeres optaron por lo exquisitamente femenino en las prendas íntimas.
Los corsés de los años ´30 poseían encajes y emballenados que, gracias a los avances tecnológicos en los tejidos, pudieron añadirse el látex y el rayón, ofreciendo un peso ligero y elástico, por lo que sujetaban sin peligro físico.
A medida que la industria del cine comenzó a ejercer su influencia sobre el público femenino, éstas querían copiar los estilos de las estrellas de Hollywood. Los corselettes con acabados brillantes eran pedidos en los grandes almacenes, a medida que el látex fue descrito como “una maravilla”. Los corsés reversibles podían ser llevados, en 1954, con elástico que se estiraba junto a las medias como con los corchetes. Gracias a las nuevas técnicas, la lencería apareció en una gran variedad de colores y los bustiers fueron llevados como prendas de exterior-interior.
En 1959, la casa DuPont revoluciona el mundo textil con la invención de la Lycra, conocida como la “fibra K”, un tejido más ligero y con mayor resiliencia. Al final, el corsé de ballena resultó totalmente innecesario.
Hasta que en la década de los ´80 vuelve a exponerse el interior como prenda de exterior. Los bodies de algodón llevados con vaqueros para el uso casual wear, y los corsés con encajes sobre pantalones de vestir para la noche, los usaban las mujeres de todo el mundo. En 1982, un estudio realizado en Francia, mostraba que el 54% de las mujeres nunca utilizaba ropa interior elegante (el 23% la llevaba algunas veces y el 10% lo hacía a menudo).
Las actitudes de las mujeres cambiaron cuando estas comenzaron a asumir puestos de poder en las empresas, el poder del vestir emergió como el estilo que brindaba seguridad y confianza a las mujeres profesionales. A lo que las empresas de moda íntima respondieron con colecciones de líneas eróticas y sensuales con encajes, para llevarlas debajo de los trajes de sastre.
La actitud de la mujer cambia según el tipo de ropa y calzado que lleva. Las necesidades cambian y la industria evoluciona. El corsé evolucionó dentro de las formas corporales, y su función es de empoderamiento con reminiscencias del pasado. Así es como, entre los corsés de hoy en día podemos ver que las ballenas que se utilizan son fuertes pero flexibles, para acompañar la forma del cuerpo. Las telas son de tul, tafetán o satín elastizados, para contener sin asfixiar.
Podemos sentir la confianza y seguridad de una prenda íntima que nos ayude a tener una actitud de fortaleza, inspirándonos en imágenes de series románticas, pero adaptadas a nuestro día a día.
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