En la entrada anterior conocimos los humildes orígenes del Maestro del haute couture Cristóbal Balenciaga, desde su humilde infancia en el pueblo costero de Guetaria, ubicado en la costa vasca, marcada por la muerte de su padre, hasta su encuentro con la Marquesa de Casa Torres, encuentro que lo puso en el camino de la aristocracia española, pasando por sus primeras, y exitosas, incursiones empresariales, logrando contar como una de sus clientas a la reina Victoria Eugenia.
Pero en esta segunda parte, veremos cómo Cristóbal Balenciaga se enfrentó al periodo tumultuoso que comprendió desde 1931 hasta 1936 con el estallido de la Guerra Civil Española, y sus primeros años y consagración como couturier en Francia, país que lo recibió con los brazos abiertos y hasta quería adoptarlo. Pero Cristóbal Balenciaga jamás olvidó sus orígenes españoles y siempre los tuvo presente a través de sus creaciones. Comencemos:
TIEMPOS TURBULENTOS PARA CRISTÓBAL BALENCIAGA
En 1931, cayó la monarquía española, lo cual trajo consecuencias para Cristóbal Balenciaga ya que miembros de la realeza y nobleza española, ahora en el exilio, eran sus clientes. En este sentido, el creador debió buscar alternativas para hacer frente a esta nueva situación. En vista de ello, en el año 1932, Balenciaga abrió una nueva tienda llamada B.E. Costura, ubicada en la Calle Santa Catalina de San Sebastián. Esta nueva tienda también se dirigía a sus clientas de clase media, aplicando el mismo sistema de vender sus creaciones originales, con las creaciones parisinas que él mismo adaptaba para sus clientas en San Sebastián.
Debido al éxito obtenido en esta nueva etapa, en 1933, Cristóbal Balenciaga decidió agrupar todas sus tiendas en una sola denominada EISA B.E. Costura, ubicada en la Avenida Libertad de San Sebastián. El éxito conseguido con la marca EISA B.E Costura, hizo que abriera nuevas sucursales en Madrid (1933) y en Barcelona (1935).
Para esta época, Cristóbal Balenciaga ya era pareja (tanto comercial como sentimental) del aristócrata polaco-francés Wladzio d’Attainville, quien era hijo de una de sus clientas y contaba con excelentes relaciones dentro de la aristocracia francesa y ayudó a la expansión empresarial de Balenciaga durante esos tiempos.
Una de las características más importantes de Balenciaga era su reserva en relación a su vida privada, de la cual muy poco ha logrado trascender a pesar de su fama. Según una crónica sobre el Maestro, escrita por Boris Izaguirre para la edición española de Vanity Fair, recoge lo siguiente:
“Vivian juntos desde la época de San Sebastián, donde compartían un piso sobre la casa de moda con la madre del primero”. También recoge declaraciones de una de las modistas de la época: “Era un caballero muy guapo, muy educado y todas lo sabíamos, pero nadie hablaba de eso en el taller”.
ESTALLIDO DE LA GUERRA CIVIL Y LA LLEGADA DE BALENCIAGA A PARÍS
En el año 1936, estalló la Guerra Civil en España. Esto obligó que Cristóbal Balenciaga cerrara sus casas de modas ubicadas en San Sebastián, Madrid y Barcelona. En un primer momento Balenciaga intentó refugiarse en Londres, donde brevemente trabajó en la casa Worth y después en la casa Rouff.
Sin embargo, en julio de 1937, desembarcó en la capital de la moda por excelencia: París. Y con la inversión de Wladzio d’Attainville y Nicolás Bizcarrondo, el Maestro constituyó su casa de modas parisina, denominada, BALENCIAGA, la cual se encuentra ubicada en la 10 Avenida George de la capital francesa.
Prontamente, en agosto de 1937, Balenciaga presentó su primera colección en la capital francesa, la cual fue un éxito absoluto. La prensa de la época titula: “El joven español que revoluciona la moda”
EL TRIUNFO DE BALENCIAGA EN PARÍS
En Francia, Cristóbal Balenciaga conoce el éxito internacional y se convierte en toda una celebridad. Su segunda colección en París, que fue presentada en el año 1939, estuvo inspirada en el estilo del Segundo Imperio Francés, también fue otro triunfo absoluto para Balenciaga.
En ese mismo año 1939, finalizó la Guerra en España. Cristóbal Balenciaga, quien nunca dejó a su país de lado, decidió reabrir sus talleres en España. Sin embargo, por recomendación de la Marquesa de Casa Torres, cambia la locación de su taller en Madrid a uno más grande con la capacidad de albergar los 250 empleados que ahora contaba.
Además, en esta nueva etapa su familia entra al negocio. Su hermana, Agustina Balenciaga, se hace cargo de la tienda en Madrid, mientras que su sobrino, José Balenciaga, se hizo cargo del local de Barcelona.
Los negocios en España comenzaron a florecer y, nuevamente, se convirtió en el modisto favorito de la aristocracia española. Pero en esta etapa, en vez de vestir a las reinas, sus clientas estaban encabezadas por Carmen Polo de Franco, la esposa de Francisco Franco, y de quien se dice molestaba al Maestro por llevarle sus propias telas para la elaboración de sus trajes y no aceptar las propias del creador. Lo que hace cuestionar si Balenciaga apoyaba al franquismo o, simplemente, era un hombre pragmático para los negocios.
En París, Cristóbal Balenciaga vive su período más fructífero e innovador. Se ganó a la prensa especializada en moda de la época, sobre todo a Diana Vreeland de Vogue y Carmel Snow de Harper’s Bazaar por sus técnica, ya que sus vestidos por fuera parecen muy simples, su confección es bastante compleja. Esto hizo que Gabrielle “Coco” Chanel, dijera que es el único de los modistos de París que verdaderamente sabe confeccionar sus creaciones.
Su éxito en París ya es tan grande, que en el año 1939, adquirió los locales que pertenecían a la firma Mainboche, ubicados en la misma Avenida George V, y así ampliar su local original.
En ese mismo año 1939, estalló la Segunda Guerra Mundial. Balenciaga cerró su casa en el período comprendido entre julio a septiembre de 1940, volviendo a abrir pero de una manera más limitada, presentado sus colecciones solamente a su clientela más fiel. Por otra parte, el conflicto bélico significó una reducción en la disponibilidad de materiales, por ello, Balenciaga introduce el uso de los bordados y encajes en sus creaciones.
EL PERÍODO POST-GUERRA PARA BALENCIAGA
En 1945, fue el fin de la Segunda Guerra Mundial. Francia, al igual que la mayoría de los países europeos, quedó con secuelas económicas del conflicto bélico. Y el sector de la moda no fue la excepción. En este contexto, Cristóbal Balenciaga fue uno de los creadores de moda que participó en una iniciativa de la Chambre Syndicale de la Couture Parisienne, llamada Le Theatre de la Mode, un espectáculo itinerante en el cual se mostraba el talento y savoir-faire de los creadores de moda franceses a través de muñecas. Entre los diseñadores que fueron parte de este espectáculo estaban Pierre Balmain, Marcel Rochas, Jacques Fath y, por supuesto, Cristóbal Balenciaga.
Durante el conflicto bélico, muchas mujeres debieron salir de sus casas a trabajar para mantener a sus familias mientras sus esposos estaban en plena línea de batalla, por lo que se liberó aún más el cuerpo femenino de prendas como el corsé y así la mujer estuviera cómoda en este nuevo estilo de vida. Balenciaga es, junto a Coco Chanel, el diseñador que “liberó” el cuerpo femenino, además siempre procuró resaltar las partes de cuerpo más favorecedoras de sus clientas, siendo uno de sus logros resaltar el cuello de la mujer, aun cuando no lo tuviese largo.
Por otra parte, ya en esta época Cristóbal Balenciaga es un nombre totalmente establecido tanto en París como a nivel mundial. Entre sus clientas se encuentran personalidades como Greta Garbo (de hecho, Balenciaga ha sido conocido como el Garbo de la Moda por su privacidad), Marlene Dietrich, Gloria Guinness, Pauline de Rothschild y Mona Bismark.
Como era un hombre bastante privado y reservado, Balenciaga acudía a pocos eventos en París, sin embargo, este carácter no fue impedimento para que lograra hacer amistada con personalidades de la época, tales como Cecil Beaton, Jean Cocteau, Gabrielle Chanel y Carmel Snow, directora de Harper’s Bazaar. Además, el vivir en París, le dio la oportunidad a Balenciaga de vivir en un ambiente más libre y sin tantos tabúes su relación con Wladzio d’Attainville, eso sí, siempre de forma muy discreta, porque para Balenciaga, según sus propias palabras, “es más importante el prestigio que la fama. El prestigio queda, la fama es efímera”.
La pareja Balenciaga-d’Attainville era la de dos guapos caballeros que coleccionaban obras de artes, acudían a ciertas reuniones sociales y se complementaban en la gestión de la casa Balenciaga, ya que, de acuerdo a la crónica de Boris Izaguirre,
“El polaco era el único capaz de controlar los demonios del maestro: la inseguridad y esa obsesiva búsqueda de la perfección de un hombro, una manga o la manera de ocultar las caderas de Colette, una de sus célebres clientas. Eran cosas que de verdad le torturaban y que D’Attainville sabía cómo serenar”.
Pero el día 14 de diciembre de 1948 Wladzio D’Attainville falleció, hecho que dejó a Cristóbal Balenciaga devastado y sumado en una depresión, tan profunda, que el maestro consideró retirarse de la moda. Después de D’Attainville a Cristóbal Balenciaga no se le conoció ninguna pareja, ni siquiera una vinculación sentimental con alguien el resto de su vida.
Sin embargo, se dice que la persona que lo persuadió para que no se retirara fue el propio Christian Dior, quien admiraba tanto a Balenciaga que llegó a decir “él es el de la orquesta y nosotros los músicos que seguimos la dirección que nos marca”.
Aunque para muchos digan que entre Balenciaga y Dior existía una “rivalidad”, según Hamish Bowles de Vogue: “las dos grandes heridas en la vida de Balenciaga fueron el triunfo de Dior en 1947 y la muerte de D’Attainville el año siguiente”, lo cierto es que Dior siempre lo admiró, y los años 50 marcarán el periodo más fructífero de la carrera de Cristóbal Balenciaga, durante la cual introdujo siluetas innovadoras, que aún siguen siendo referencias para los creadores de moda de esta época.
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