Enrique Ortega Burgos

UBRIQUE Y LAS PIELES

Ubrique es uno de los pueblos blancos de Cádiz

 

Provincia bañada por un mar y un océano, con sierra, con bosque, parques naturales y que, además, puede presumir de ser el rincón con más horas de luz de toda Europa. Y, por si todo esto fuera poco, es sede de una de las industrias que más dinero mueve al año en el mundo: la del lujo.

Ubrique, situado en el corazón de la sierra de Cádiz, además de ser un precioso rincón pintoresco con una rica historia, es el pueblo elegido – aunque este dato sea poco conocido – por importantes y prestigiosas marcas de lujo para la elaboración de sus colecciones en piel. Temporada tras temporada, Louis Vuitton, Loewe, Chanel, Dior, Carolina Herrera y Chloé son algunas de las casas que eligen a este pueblo serrano para hacer realidad sus diseños en marroquinería; incluso las fundas del móvil de Apple nacen en este rincón de la provincia de Cádiz.

La historia del trabajo de la piel en Ubrique nos lleva a remontarnos a mediados del siglo XVIII con la producción de petacas. Posteriormente, fueron ampliando la producción, centrándose inicialmente en accesorios masculinos. A las petacas, poco a poco, se le fueron sumando monederos, billeteros…

A principios del siglo XX, unas mujeres se percataron, al ir a limpiar la fábrica, de la cantidad de trocitos de piel que se desperdiciaban al día, restos todos ellos que, al hacer los patrones de la producción, eran directamente desechados. Se los llevaron consigo a casa, donde los recortaron, pegaron en tela, cosieron, decoraron y les pegaron asas, creando así sus propios bolsos.

Al mismo tiempo, las mujeres de Gibraltar abren una nueva vía de comercio al darse cuenta de que había muchos productos disponibles en esa colonia británica a los que no tenían acceso sus vecinos españoles, decidiendo vender parte de los mismos obteniendo sus ganancias con ello. En los desplazamientos realizados por la provincia de Cádiz, recalan en Ubrique, donde se encuentran con que sus habitantes viven con lo justo, con lo que ganan en el día a día, lo que les permitía comer y cubrir las necesidades básicas, no dejando hueco para más lujos. Ya se iban decepcionadas ante el fracaso de su operación, cuando se toparon con un grupo de ubriqueñas que estaban creando y fabricando lo que las lugareñas habían bautizado como “Bolsos de Cachitos”, por las características de los materiales que estaban utilizando y la forma que estos le daban. Les gustaron tanto estos bolsos que, renunciando a vender su propia mercancía, acordaron intercambiarla por esos bolsos. Ya de vuelta en Gibraltar, los accesorios tuvieron tal éxito que las mujeres comenzaron a venir en bandada a por ellos. La demanda era tal que las fábricas, pensando en los beneficios y la rentabilidad de los bolsos, empezaron a producirlo de forma industrial, relegando las famosas petacas y monederos a un segundo plano. Los bolsos eran ahora el centro de la industria.

De las marcas que realmente encargan su producción en Ubrique, nunca se ha llegado a saber de forma certera cuáles son, fundamentalmente debido a los acuerdos de confidencialidad y discreción que impiden a los trabajadores compartir para quienes están trabajando.

A dicha confidencialidad se le suma lo que se conoce como “know-how” y es que la mano de obra que se encuentra en Ubrique es difícilmente imitable. No hay una familia en el pueblo que, de una u otra forma, no esté relacionada con el sector. De los aproximadamente 17.000 habitantes del pueblo, más de la mitad tiene algún miembro que trabaja en la marroquinería. Además, las nuevas generaciones se han ido encargando de transmitir sus conocimientos a los más jóvenes, asegurando con ello la continuidad de la industria con los estándares de calidad a los que nos tiene acostumbrados. De hecho, el trabajo de la piel está tan arraigado en el pueblo que incluso para los niños es una actividad con la que están familiarizados.

En 2014, la patronal del sector –Empiel- consigue poner en marcha un pionero programa de formación, creando la Escuela de Artesanos en el propio pueblo. Su acogida ha sido tan buena, que suele tener una lista de espera anual de más de 500 personas entre las que no solo se encuentra gente del propio pueblo o del resto de la provincia de Cádiz o de Andalucía y España, sino que hay aspirantes de todas partes del mundo que quieren ser parte de este universo y son conscientes de que para entrar en el mismo es necesario recibir la mejor formación posible. Como dato de relevancia, el índice de colocación de las promociones de esta escuela alcanza el 75%.

Por resumir y que quede más claro todo lo expresado con anterioridad, son dos los factores principales que hacen que las casas de lujo apuesten por este pequeño reducto en el sur de España. En primer lugar, la seguridad de que los artesanos de Ubrique no van a crear falsificaciones de sus productos, (los trabajadores no se arriesgarían a romper los contratos y a perder clientes tan importantes, ya que el sustento del pueblo depende de ello) y, en segundo, son conscientes de la dificultad de encontrar productores que tengan tan alto nivel en lo que respecta a la calidad, el conocimiento, la dedicación y la formación tan especializada. Características todas ellas necesarias e indispensables cuando hablamos de artículos de lujo.

A pesar de todo ello, con la llegada del euro y con el fin de ahorrar y abaratar costes, muchas casas de moda decidieron cambiar de proveedor y trasladar sus fábricas a China u otros países asiáticos, donde los materiales y la mano de obra eran más baratos. Esta deslocalización se prolongó hasta la crisis de 2008 teniendo consecuencias nefastas para las familias del pueblo cuyos ingresos principalmente vienen de esta industria. Poco tardaron las grandes casas de lujo en darse cuenta de que la calidad y garantía que ofrecían los países del continente asiático no llegaban a los niveles a los que le tenían acostumbrados en Ubrique. Problemas de gestión empresarial, de deslocalización y de falsificaciones fueron algunos de los motivos que hizo que poco a poco fueran volviendo. De hecho, uno de los grandes determinantes para la vuelta a Ubrique por parte de muchas marcas, fue enfrentarse a la realidad de que eran las mismas fábricas quienes ponían en los mercados copias de las piezas originales, en algunos casos incluso mucho antes de que el modelo de verdad estuviese a la venta.

Curiosamente, otro de los grandes motivos que originó la vuelta a Ubrique vino ocasionado por que la propia clientela, formada en su mayoría por asiáticos, rechazaba la producción fabricada en su propio continente, lo cual se entendía como un claro indicador de que la calidad que ofrecían las nuevas colecciones que ya no se creaban en el sur de España no alcanzaban los estándares acostumbrados y, además, habían perdido el toque artesano y único que solo muy pocos pueden ofrecer. Prueba de todo esto es que, desde hace ya un par de años, algunas firmas han comenzado a estampar el “made in Spain” como forma de diferenciación y señal de calidad.

Actualmente, se sigue trabajando por conseguir el “made in Ubrique”, si bien este trámite llevará más tiempo por el propio recelo de las marcas en descubrir quién fabrica para ellos y los acuerdos que existen. En este sentido, el propio nombre de la localidad serviría como asociación asimilada a la calidad.

La última gran noticia de este sector, que fue la que dio origen a este artículo, viene de la mano de Louis Vuitton y la apertura de una nueva fábrica en la sierra de Cádiz. La marca de lujo ha comprado la exclusividad de esta fábrica para su marca. Se espera que esta iniciativa cause efecto llamada y más marcas de lujo apuesten por los materiales de esta zona.

Si a usted como lector, le interesa el tema, sepa que Ubrique cuenta además con un Museo que narra la historia que yo he intentado resumir en unas pocas palabras. En él se puede ver la maquinaria utilizada y una muestra de piezas manufacturadas a lo largo de su historia. Todo ello, gracias a la labor de una mujer anónima que se ha encargado de ir recolectando artículos que, si bien se iban desechando, eran el claro reflejo de la historia de su pueblo.

Como gaditana que soy siento una mezcla de orgullo y pena. Orgullo por saber que mi provincia cuenta con una industria que mueve miles de millones de euros al año, con un nivel de calidad tanto en la propia producción como en la mano de obra difícilmente alcanzable; pena porque muchas veces desconocemos lo que tenemos a nuestro alrededor e incluso lo menospreciamos por la cercanía.

Escribir este artículo me ha servido para documentarme y ser consciente de lo que tengo a una hora de mi casa.

Ubrique es a la marroquinería lo que Suiza puede ser a los relojes, con la diferencia que este último si sabe venderse y ya cuenta con el reconocimiento internacional. Esperemos que todo esto cambie en un futuro próximo, a lo cual contribuirán iniciativas de los propios empresarios ubriqueños del sector, que se han unido en el proyecto para la creación de la “Indicación Geográfica Protegida”, (una Denominación de Origen, pero en el sector de la piel). De conseguirse, supondrá un salto a nivel europeo y un reconocimiento que hasta ahora no conoce.

Empecemos a valorar lo nuestro y a explotar todo lo que tenemos por ofrecer. Reencontrémonos con lo artesano y apreciamos los productos diseñados en España, cuya producción se queda aquí y genera riquezas entre las familias del país. Démosle la importancia que se merece a los profesionales que han dedicado su vida a adquirir una formación en la materia, como es el caso de Ubrique, “Ubrique de las Petacas” como se le conoce, donde la gente vive por y para la piel.

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