CONOCE LA INDUSTRIA DE LA MODA DE SEGUNDA MANO.
LOS INICIOS DE LA INDUSTRIA DE LA MODA DE SEGUNDA MANO.
La moda de segunda mano ha sido siempre, un recurso que todos los humanos han consumido, esto se debe a la utilidad primaria de la ropa, protegerse del medio ante las inclemencias climáticas, lo que hace que su utilización sea común a todos los humanos.
Cabe destacar que, durante estas épocas, la moda servía como un distintivo entre clases sociales, la calidad de las telas, su composición, la precisión del bordado, todas estas características servían como “DNI” para las clases sociales más altas, entendiendo por ello, que había otras clases que no podían llevar los trajes que los adinerados llevaban.
Podemos distinguir ciertas etapas en las que se extendió el uso de la moda de segunda mano, en muchos, casos dependiendo de la capacidad productiva de la industria de la moda.
Debemos tener en cuenta que, durante toda la historia, y hasta bien entrado el siglo XVIII o XIX, debido a la Revolución Industrial que permitió el aumento de la oferta, la ropa nueva era considerada un bien de lujo que la mayoría de los ciudadanos no podían permitirse.
Las primeras indicaciones de un gremio dedicado a la venta de ropa de segunda mano datan del siglo XVII en Italia, más concretamente en Florencia, los “rigattiere”, del latín recaptare, que se traduciría como “comprar y vender”, los cuales no se dedicaban a vender ropa vieja y en mal estado, sino que se encargaban de vender piezas que se podían revalorizar, un símil a lo que la industria de la moda vintage hace en la actualidad. Posteriormente encontraremos mas vendedores, como en Venecia el desarrollado “arte degli strazzaruoli”, quien verían su monopolio en la ciudad acosado por los “Ebrei tedeschi”, los judíos, que se lanzarían también a desarrollar una actividad económica parecida.
Con los avances industriales pre-Revolución Industrial se comenzó a extender mucho más la producción de moda y tejidos, lo que hizo que la industria de segunda mano creciese, en ciudades europeas como Londres o Madrid. Caracterizado este por ser un mercado en el que abundaban los pequeños vendedores y en el que no existían muchas regulaciones.
Sin embargo, con la llegada de la Revolución Industrial, y la máquina de coser en 1846 se produjo un aumento excesivo de la producción, este aumento en la oferta hizo que los precios descendieran para que la demanda aumentase, lo que hizo que las clases medias y bajas pudiesen permitirse por primera vez productos nuevos; incluso, quienes no eran capaces de comprarlos, podían coser o alterar las piezas que necesitasen en su propia casa.
La moda de segunda mano se vendía en negocios a pequeña escala, donde en muchas ocasiones no existía ninguna regulación, y en los que, en muchas otras se encubrían operaciones ilegales.
La segunda mano tras la Revolución Industrial.
La moda de segunda mano comenzó a tomar forma de mercado en los años 20, la creación de organizaciones de caridad relacionadas con la iglesia fomentó el uso de la ropa usada, por lo que era un mercado que tan solo era utilizado por las personas que lo necesitaban, es decir, seguía siendo un mercado no voluntario. Sin embargo, se comenzó a fraguar la idea de la moda de segunda mano como un recurso cristiano, sano y de buena persona, por lo que su uso se vio gradualmente des-estigmatizado.
Durante la Primera y Segunda Guerra Mundial se sucedieron tiempos de penurias y pobreza en todo el mundo, por lo que aquellos organismos que se dedicaban a la caridad, y en los que se suministraban moda de segunda mano se vieron obligados a dar servicio a mayor parte de la población. A su vez, en el periodo de entreguerras y tras las Segunda Guerra Mundial se sucedieron etapas de ruptura, características de estas etapas históricas, con los que se pretendía desligarse de la sociedad que los había llevado a la guerra, ruptura política, económica y de pensamiento, mayormente liderada por los jóvenes.
Durante este periodo, la moda de segunda mano se convirtió en una fuente de productos para estos jóvenes que pretendían alejarse de las tendencias actuales y con la forma de hacer moda del momento.
No será hasta los años 50 cuando el concepto de moda de segunda mano se comenzará a extender más allá de las clases necesitadas. La autora Jennifer Le Zotte, explica en el artículo titulado “The Invention of Vintage Clothing” (La invención de la ropa vintage) como el furor de los niños seguidores de una serie sobre exploradores y su deseo de parecerse al protagonista, el cual llevaba un gorro de pelo, haría cambiar por completo la industria de la ropa de segunda mano.
La gran demanda de gorros captó la atención de Sue Salzman y Gene Futterman. Futterman, propietario de una tienda de moda, afirmaba tener un alto número de abrigos de pelo de mapache, como consecuencia de su gran popularidad en los años 20, que tras el 1929 se desvaneció por la vinculación que estos tenían con las altas esferas.
Fue así como Sue Salzman comenzó a transformar estos abrigos procedentes de los años 20 en gorros de pelo a imagen y semejanza de los que salían en la serie. La aventura emprendedora de Salzman tuvo mucho éxito y consiguió vender más de 400 gorros, llegando a ser entrevistada por revistas como Glamour en 1957, en la que se utilizó por primera vez el término “vintage” con una connotación positiva y que aportaba valor a los gorros, calificándolos como “en un estado de magnífico deterioro”.
La tendencia de moda usada iniciada por Salzman fue seguida en masa por los universitarios americanos, que empezaron a comprar en masa productos calificados como vintage. Fueron incluso grandes almacenes como Macy´s, los que comenzaron a reutilizar todos sus excedentes en la producción de estos populares gorros. Sin embargo, el furor por estos accesorios de pelo no perduró, debido a el corto periodo de atención característico de los jóvenes consumidores. Este hito instauró en la industria y en el consumidor una idea que se iría recuperando más adelante, vinculada a la estética usada de estas prendas y su encanto para el consumidor.
En los años 60 y 70 se suceden una serie de movimientos sociales, tales como el movimiento hippie y el movimiento de liberación de los homosexuales, que seguirán impulsando ese espíritu rompedor que anteriormente se citaba. Los jóvenes estaban cansados de las guerras, se mostraban en contra de las tendencias consumistas que se comenzaban a extender por todo el mundo. Nacía también el movimiento ecologista, que presencia luchar contra el cambio climático.
La estética perseguida por estos grupos reforzaba su idea de “marginados sociales” y de contrarrevolucionarios que tenían que luchar contar un mal mayor. Los/las homosexuales y transexuales, sin embargo, acudían a los puntos de venta de segunda mano por otras circunstancias, si bien es cierto que su imagen no pretendía difuminarse en la del hombre heterosexual blanco, sus peculiaridades les hacían imposible la compra en tiendas, por lo que desarrollaron una estética en torno a estas prendas de segunda mano.
Muchas partes de la sociedad la voluntariedad de llevar ropa de segunda mano, ya que la población se podía permitir productos nuevos; sin embargo, la ropa de segunda mano se convirtió, gracias a artistas y cantantes, en un símbolo de rebeldía y juventud, que todos los jóvenes querían imitar. Por supuesto, no hay que olvidar las clases que no vestían voluntariamente la moda de segunda mano, sino que su posición económica y social no les permitía el acceso a prendas de primera mano, estos grupos han sentado las bases de los que posteriormente todos los demás grupos sociales más privilegiados imitarían y llevarían.
LA MODA DE SEGUNDA MANO EN EL SIGLO XXI.
Tras el auge de finales del siglo XX en la moda de segunda mano, el siglo XXI traerá consigo un aumento enorme de esta industria, las causas de este aumento son: el desarrollo de la industria del fast-fashion, o también denominada moda rápida, es un modelo de producción que se implantó en el mercado de la moda a finales de los 90 y principios de los 2000 y que se guía bajo el mantra “see now-buy now” o “ve ahora-compra ahora”.
La principal distinción en la manera de producir de las empresas dedicadas a este tipo de moda radica en el número de colecciones que saca al año. Mientras que una marca de moda tradicional presenta dos colecciones al año, primavera-verano y otoño-invierno, la empresa de fast-fashion presentan al menos una colección cada dos semanas, presentando un total de más de 1000 millones de prendas.
Empresas como Zara, Mango o H&M son las precursoras de este modelo basado en la rápida adaptación a las tendencias y los productos a bajo coste, pero ¿cómo afecta esto al mercado de segunda mano?: la fabricación de tantas prendas de ropa y el rápido movimiento de productos en el mercado hace que se produzca una inmensa cantidad de desechos de prendas, por lo que la sociedad tiene la posibilidad de cambiar sus armarios acordes con lo que se “lleva” en ese momento.
Debido al bajo precio del producto, la importancia de este, así como el proceso que lleva los consumidores a desecharlo, es muy corto, en muchas ocasiones es donado o destinado a la venta de segunda mano, lo que supone un aumento de la oferta en esta industria.
La conciencia medioambiental, ha sido entre otras uno de los principales impulsos del impulso de la segunda mano. Para establecer algunos datos más esclarecedores sobre el impacto de esta industria: la confección de un vaquero necesita de 7.500 litros de agua, que sería lo que consume un humano de media en siete años, la industria de la moda produce más emisiones de carbono que todos los vuelos y transportes por mares internacionales.
El movimiento ecologista, por lo tanto, ha invadido también la industria de la moda, creando consumidores y marcas más concienciadas con el medio ambiente, los cuales pretenden aportar opciones en una industria “hiperconsumista” y contaminante como en la que nos encontramos hoy en día. Así, la moda de segunda mano se coloca como una de las opciones más “verdes” para el consumidor de hoy en día, y es que la moda de segunda mano retoma un concepto, el de moda circular, que abordaré posteriormente.
El reciclaje, la reutilización y la reducción, o como diría Vivienne Westwood: “Buy less, choose well, make it last”; son los mantras de este nuevo estilo de hacer moda, la moda de segunda mano contemplaría la reutilización de toda la moda que ya disponemos y mediante la cual podemos seguir consumiendo y cambiando, sin implicar la producción de nuevas prendas.
La superproducción de prendas de ropa impulsada por el fast-fashion, unida a la globalización traída por los medios de comunicación, internet y las redes sociales, y los avances en transportes; han cambiado mucho la dinámica de creación de tendencias en la industria de la moda.
Anteriormente las tendencias solían ser más novedosas, existía un producto muy limitado, por lo que la tendencia reflejaba las innovaciones técnicas o formales de esa prenda. Sin embargo, las características actuales de la industria de la moda hacen casi imposible la creación de prendas como artículos novedosos o que aporten algún cambio, actualmente las tendencias suelen reflejar reinterpretaciones de estilos pasados.
Los pantalones pitillos y la campana, las camisetas de cuadros, etc., todas las estéticas relacionadas con un cierto periodo se utilizan como una herramienta de marketing vinculada a la nostalgia del comprador.
La venta online o e-commerce ha sido un impulsor de todas las industrias del consumo que han sabido adaptarse a él, y la moda, pese a sus peculiaridades referentes a la necesidad de probarse el producto, ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos, pasando de un 1,4% en 2012 a un 7,4% en 2019.
Este incremento en el consumo de moda online implica la pérdida de “miedo” o aprensión del comprador a comprar en internet, lo que implica que se muestre más seguro de su fiabilidad. La moda de segunda mano encuentra un nicho muy importante en internet, derivado de las conexiones que se pueden establecer en la red para intercambiar o poner en venta productos que ya no utilizas, fomentando por lo tanto el comercio consumidor a consumidor.
El consumidor de moda tiene al alcance de la mano el poder poner a la venta todo aquello que ya no se pone, gracias a aplicaciones de recommerce como Vinted o Wallapop, de las que hablaremos posteriormente.
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Graduado en Diseño y Gestión de Moda en la URJC y actual estudiante de Derecho en la UOC.
Experiencia como ayudante de diseño y de PR para Eduardo Navarrete.
Pasión por todo lo relativo al mundo de la moda y su mercado, con especial atención a su relación con el derecho.