Enrique Ortega Burgos

CODORNÍU: UNA EMPRESA FAMILIAR.

 

CODORNÍU

La historia de esta familia empresaria se remonta a mediados del siglo XVI, estamos ante el negocio más antiguo de España, un grupo de empresas productoras de cava y vino, con 468 años de vida, fundada en Cataluña por Jaume Codorníu en 1551, con presencia activa en más de 90 países.

Su posición mundialmente -respecto a su antigüedad- también es sorprendente, la decimoséptima empresa más antigua del mundo. Además, actualmente, se trata del mayor propietario de viñedos de Europa, contando el grupo Codorníu-Raventós con más de 3.000 hectáreas de viñedos en España.

El testamento de Jaume Codorníu es el primer documento que detalla su dedicación a la actividad vitivinícola.

Un siglo después, concretamente en 1659, se da el matrimonio entre Anna Codorníu -la última descendiente de Jaume Cordoníu que contaba con este apellido- y el viticultor Miguel Raventós, como consecuencia de dicho matrimonio, se produce la unión de dos sagas de vitivultores. Este acontecimiento fue el gran cimiento de esta empresa familiar.

Árbol genealógico familia Codorníu-Raventós

Es Josep Raventós -tras años de experimentos- quien crea el cava, convirtiéndose en la primera persona que elabora vino espumoso de nuestro país utilizando un método tradicional. Así, Josep Raventós, instaura una novedosa industria, vinculando la marca Codorníu al suceso de creación del cava.

Actualmente en las visitas a Codorníu exponen que

Un buen cava se elabora con uvas de máxima calidad. Es por ello que Codorníu selecciona cautelosamente las uvas y cuida minuciosamente los viñedos. Desde hace muchos años, se aplica la técnica de viticultura sostenible, es decir, se deja que la naturaleza siga su curso y sólo se interviene cuando hay desajustes. Es así como Codorníu aúna tradición e innovación en el proceso de elaboración del cava controlando cada etapa del proceso hasta la entrega del producto final al consumidor

En 1885 a la muerte de Josep, su hijo Manuel Raventós, hereda la empresa familiar. Manuel viajó a Francia con el fin de ampliar sus conocimientos en el campo de la enología y decidió cambiar el rumbo del negocio familiar, dando un gran impulso al cava y a la empresa como gran productora del mismo, dedicándose exclusivamente a la elaboración del cava. A raíz de ello, convocó un concurso de carteles, con el fin de dar a conocer el producto por excelencia de Codorníu -el cava-, en ello participaron artistas modernistas de la época.

En 1914, Manuel adquirió 3.500 hectáreas, eran tierras de difícil fertilidad y desérticas, el fuerte afán de la familia era la elaboración de un vino de alta calidad, su ambición por ello superó las dificultades que, las tierras que habían comprado poseían y, conquistaron su objetivo, se elabora un vino de alta calidad, denominado, Raimat. En la actualidad este es el gran segundo pilar de la empresa familiar y sus viñedos están sitos en la D.O. Costers del Segre, siendo la base vitícola del Grupo Codorníu.

Un año después, en 1915, se inauguran las nuevas cavas Codorníu, después de 20 años desde que se iniciaron las obras.

Cavas Codorníu

Un importante hito para la historia de esta empresa familiar se dio en el año 1976, en el cual las cavas de Codorníu reciben el máximo reconocimiento que existía hasta el momento, declaradas -por el Rey Don Juan Carlos I- Monumento Histórico Artístico Nacional.

Tras 20 años a la cabeza del negocio, Manuel Raventós, delega en sus hijas todas las responsabilidades del Grupo, destacando –a día de hoy- Mar Raventós, por su buen hacer en la compañía durante las últimas décadas, aproximadamente 40 años de la vida de esta empresa familiar.

El deseo de superación y las nuevas ideas de la sociedad dieron lugar a innovaciones que marcaron positivamente a los resultados de la compañía, entre los nuevos inventos se encuentran:
  • Un nuevo cava, denominado Anna -cava líder en España-, el nombre se debe al ser Anna la última heredera familiar con el apellido Codorníu. Esta línea de cava desde su inicio tiene en el tiempo determinadas notas de originalidad, por ejemplo, en 2015 la botella de Anna de Codorníu podía personalizarse, con el fin de convertir una botella en objeto de expresión personal, esto fue una iniciativa pionera en el sector. En 2017, nace Anna Ice Edition, la compañía vuelve a romper moldes en el sector del cava y ofrece un cava que debe ser degustado frío, con hielo o en arriesgados cócteles.
  • El primer cava rosado, de nuevo la compañía revoluciona el sector del cava. Éste se elabora al 100% con la variedad de tinta Pinot Noir.
  • 8 años después del nacimiento del cava rosado, nace el primer cava blanco, elaborado también con la variedad de tinta Pinot Noir.

Finalmente, tras varios años de negociaciones, en 2018, Codorníu-Raventós vende más del 50% de su accionariado a un fondo de inversión estadounidense –Carlyle Group-, por 390 millones de euros. Mar Raventós, presidenta de Codorníu -en su momento-, pone de manifiesto que dicha operación buscaba el impulso de internacionalización de la marca, con una mejora en los resultados de la compañía, en 2018 su cifra de facturación fue de 203 millones de euros y obtuvo un beneficio consolidado de 10,3 millones, teniendo como objetivo para 2019 alcanzar un beneficio de 11 millones.

A finales de 2018, se jubila Mar Raventós -nieta de Josep Raventós-, dejando así el cargo que ejercía tras 40 años en la compañía, fue sustituida por Javier Pagés y en marzo de 2019, la denominación corporativa del grupo pasó de ser “Codorníu-Raventós” a ser actualmente “Raventós- Codorníu”.

Tras esta historia, se encuentran superadas 18 generaciones, en total 618 descendientes distribuidos en varias ramas familiares -concretamente cinco-. De la totalidad de descendientes, la impresionante cifra de 216, son accionistas de la compañía. El árbol genealógico de esta empresa familiar acoge a personas muy distintas, además, todas ellas residentes en diferentes lugares -con diferentes culturas-, como Egipto, España, Reino Unido, California y otros países, pero todos ellos tienen una característica en común, la “familiaridad” -como Javier Pagés, actual presidente de la compañía, lo denominada-, es decir, el orgullo tan marcado de pertenecer a una de las familias empresarias más arraigadas del mundo, quedando ello reflejado en el número de accionistas de la compañía que ostentan el carácter de familiar, ya que la mayoría de ellos poseen participaciones minoritarias, únicamente por el orgullo de formar parte de la compañía y vincularse –de esta manera- con la familia empresaria.

Para que una empresa familiar no muera en las sucesivas generaciones y tenga una vida con tanta duración es necesario que muchos factores estén armonizados al favorecimiento de la continuidad de la empresa, pero esencialmente será necesario dejar de unas generaciones a otras “los cabos muy bien atados”, implantar -desde el primer escalón- desde la educación los valores de lealtad, esfuerzo, trabajo de calidad, es decir, un buen código de conducta arraigado y extensible a todas las áreas de la vida, personales y profesionales.

Esto anteriormente mencionado, queda reflejado en la educación que la familia Raventós inculca a sus hijos y, lo podemos apreciar en pequeños detalles, a través de comentarios o anécdotas que describen el tipo de educación que estaban recibiendo, expongamos una de las muchas anécdotas que existen, por ejemplo, cuatro de las hijas de Mar Raventós participaron en un programa que le hicieron a Xavier Cugat, pues bien, la acompañante de Cugat llevaba un chihuahua vestido de Dior y, lo dejaron un ratito suelto por los pasillos, María del Mar les dijo a sus hermanas: “Niñas, cuidado con pisar este perrito porque vale tanto dinero que si lo pisamos tendremos que fregar platos en un restaurante para siempre”, es decir, no eran conscientes de su poder adquisitivo.

Existen diversidad de ideas y métodos estudiados para arraigar los valores, por ejemplo el Grupo Codorníu cuenta con determinados ritos o liturgias: cada vez que nace un miembro de la saga, la compañía le envía un caja de benjamines con una etiqueta especial que representa su posición en el árbol genealógico; es costumbre también en el bautizo darle una cucharada de cava al bebé, cierto es que los bebés de esto no recordarán nada, pero si es un método para que los pequeños de alrededor -hermanos, primos, etc- observen e interioricen la importancia de pertenecer a dicha familia y, consecuentemente, no lo desperdicien, sino que se enfoquen y preparen profesionalmente para pertenecer a la empresa familiar y llevarla hasta su punto más alto; un último ejemplo es el comité junior creado por Codorníu, en el que realizan catas para que aprendan sobre el contenido de la compañía y aprendan a diferenciar los cavas y productos que la compañía ofrece a sus clientes. Con ello observamos que, desde muy pequeños, se les inculca la dignidad de “ser un Codorníu-Raventós”.

Después del nivel educativo, encontramos el nivel jurídico-empresarial, un nivel más técnico, no tan abstracto, en el que -llegada la mayoría de edad- es decisión de cada familiar dedicarse a la empresa familiar, o si por el contrario, su vida profesional está al margen de la misma.

Un elemento esencial para que se dé el correcto relevo generacional, como ya hemos puesto de manifiesto en un conjunto de cuatro publicaciones anteriores, es el “protocolo familiar”. El grupo en cuestión goza de un protocolo familiar desde 1999, ya que un año después de llegar a la presidencia Mar Raventós propuso llevar a cabo la realización del mismo, debido a que éste recogería aspectos jurídicos, obligaciones, resoluciones de futuros conflictos que pudieren existir, códigos de conductas familiares y de accionistas, y otros puntos importantes y peculiares que se adoptaron, como por ejemplo, que para poder ocupar un puesto de trabajo de la compañía, se deberá pasar por un proceso de selección con un “head hunter” ajeno a la empresa y tener las competencias o titulaciones necesarias para su desempeño; o que, los miembros que ya trabajan en la compañía, sean evaluados cada dos años, con el fin de verificar que sigue prosperando en el desempeño de su labor; o estipular cómo y de qué manera podrían disfrutarse de los activos del grupo.

Para predicar con el ejemplo -Mar Raventós- el primer día que llegó a la compañía con 24 años, colgó sus dos títulos universitarios, con ello pretendía mostrar que no estaba ahí exclusivamente por una cuestión de sangre, dos décadas después llegó a la presidencia y un año después logró la realización del protocolo, una de las diez mujeres más influyentes de España, según Forbes y, desde la opinión de muchos, nadie mejor que ella para encabezar el desempeño del mismo, había subido escalón a escalón y conocía el negocio y sus accionistas casi a la perfección y ha sabido dirigir la compañía de una manera muy eficiente, apunta ella que “ha sido una equilibrista, al principio era más peleona, pero últimamente más diplomática”.

En suma, nos encontramos ante una exitosa empresa española que, siendo familiar, ha superado todos los obstáculos y dificultades que ello conlleva, mediante todos los medios e instrumentos que tienen como finalidad favorecer la armonización de intereses y la continuidad de la compañía. Codorníu es un ejemplo a seguir, ya que se ha marcado y seguido un plan estratégico familiar y empresarial -¿dónde estamos y dónde queremos llegar?-, con familiares involucrados activamente en el proceso, comprometidos con la empresa y, en la medida de lo posible, armonizando los intereses de la triple realidad en la que se sumergen las empresas familiares, familia-empresa-patrimonio.

Familia Codorníu-Raventós

 

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