CONOCE LA RELACIÓN ENTRE EL DISEÑADOR DE MODA HUBERT DE GIVENCHY Y PHILIPPE VENET.
En esta entrada vamos hacer una reseña de lo que significó el “matrimonio discreto” entre dos grandes diseñadores que marcaron un hito en la historia de la moda del siglo XX,por sus destacados diseños impregnados de una gran elegancia que han sido inspiraciones de una vasta y distinguida clientela tanto en Europa como los Estados unidos.
Nos referimos al aristócrata Hubert de Givenchy y también de su afanado, educado y distinguido compañero el también diseñador Philippe Venet. De cuyas creaciones se ha enarbolado las prendas o modelos de diseños que han sido llevado con excelso esplendor por celebridades de la industria cinematográfica como su musa Audrey Hepburn, así como también personalidades influyentes como la primera dama de los Estados Unidos Jaqueline Kenedy y una larga lista de damas de la alta alcurnia tanto europea como estadounidense.
Givenchy y Venet: un matrimonio consolidado
Fueron más de sesenta años de relación, donde el amor y el diseño se entrecruzaron con gracia, ternura y compañía. Hubert de Givenchy, el diseñador más elegante de todos, conoció a principios de los años ’50 a Philippe Venet, también un joven diseñador, en los talleres de Balenciaga. Allí, comenzaron una longeva relación que los vio separarse solo cuando el propio Venet anunció que Givenchy falleció mientras dormía hace unos días, a la edad de 91 años.
Sus vidas se cruzaron en un taller de alta costura a mediados del Siglo XX y nunca más volverían a separarse, ese día fatídico del 10 de marso del 2018, en que Hubert de Givenchy “se apagó” a los 91 años, dejando atrás al hombre con el que compartió décadas de amor y de una inagotable pasión por la moda, Philippe Venet.
Porque puede que Givenchy bromeara en público diciendo que la amistad que tanto le unía a su musa, la actriz Audrey Hepburn, fue “una especie de matrimonio”. Pero el elegido para compartir su vida, de una manera discreta pero nunca oculta, es el hombre al que conoció a comienzos de los años 50 en el taller de la diseñadora Elsa Schiaparelli, donde Givenchy trabajaba como primer asistente cuando un joven Venet (Lyon, 1929) entró también a trabajar allí.
Philippe Venet, también era diseñador de moda. Al igual que hizo su pareja, estableció la casa de costura «Philippe Venet» en París en el año 1962. Venet lanzó su primera colección de ropa masculina en la década de 1990. Venet trabajó para Givenchy durante muchos años. Fue el sastre maestro de su marca desde 1953 hasta 1962. Los dos mantenían una relación sólida y discreta desde que se conocieron en 1951 en el taller parisino de Elsa Schiaparelli.
El joven aristócrata francés Hubert de Givenchy había abierto su primera tienda en 1952 enfrente de los escaparates de la del de Guetaria en la lujosa avenida George V de París y fichó a su pareja, Philippe Venet, como primer sastre.
Las cosas les fueron muy bien, sobre todo desde que Audrey Hepburn se convirtió en musa de la firma. Se cuenta que en 1954 Givenchy recibió una llamada anunciándole que la estrella de Hollywood «Mrs. Hepburn» visitaría su tienda. Hubert esperaba a la actriz Katharine de mismo apellido y se sorprendió al ver cruzar la puerta a una mujercita de nombre Audrey. La vistió en Sabrina y se consagró como su estilista en sus filmes: ‘Funny Face’ (1957) y ‘Desayuno con diamantes’ (1961).
En 1961, Venet decidió volar en solitario con el beneplácito de su pareja y logró cautivar a muchas clientas americanas gracias a sus trajes de chaqueta durante más de 30 años. Philippe y Hubert continuaron en activo, cada uno en su atelier, pero inseparables en su vida personal, hasta mitad de los 90, cuando decidieron retirarse prácticamente a la vez.
Venet cerró su enseña y Givenchy se la vendió a LVMH
Detalles sobre la pareja de la moda: Givenchy y Venet
El icónico diseñador Hubert de Givenchy era un genio que hacía alarde de sus oropeles propios de su linaje. Educado, amabilísimo pero enormemente excéntrico, había sido uno de los gigantes de la costura parisina y quizá por ello no se desprendió de sus tics de grandeza: nunca tuvo teléfono móvil propio, ni llevaba cartera ni jamás se encargó de un sola gestión cotidiana.
Para esas menudencias tenía al lado al que fue su gran compañero de vida en las últimas seis décadas, el también modisto Philippe Venet.
Desde que se conocieron, Venet entró a trabajar con Monsieur Givenchy en su taller y aunque durante unos años Venet tuvo su propia firma, de 1962 a 1971, muy pronto abandonó su propia carrera en favor de la de su compañero. “Durante los treinta y cinco años en los que trabajamos separados, Hubert no me permitía ver sus diseños”, declara Venet en 2014 cuando accedieron en conceder una entrevista con ambos Venet y Givenchy en el manoir a las orillas del Loira en el que vivían los fines de semana.
Allí tenían dos salas de trabajo completamente separadas pero compartían la misma alucinante biblioteca donde, entre libros y coffee table books se mezclaban collages hechos por ellos mismos imitando el estilo de los grandes nombres del arte del siglo XX.
En aquel encuentro, Venet ejerció, como siempre había hecho, de asistente de su compañero: les enseñó a los medios los rincones menos accesibles de la finca, los documentó sobre los jardines diseñados por Bunny Mellon para el maestro de la costura y les mostró el cementerio de perros en el que yacían diez canes que habían sido sus mascotas. Él se encargaba del mantenimiento de aquel espléndido palacio del siglo XVI.
Venet estuvo al lado de Givenchy en sus años gloriosos, de los años sesenta a los ochenta, cuando era el hombre más respetado de la moda parisina y también después, cuando en los años noventa vendió su firma al gigante del lujo LVMH. Para Givenchy, la experiencia de perder su propia marca (y aún así trabajar en ella como director creativo durante siete años) fue complicada y terminó con una renuncia por parte del creador.
“Es muy difícil cuando no eres el jefe. En el momento en que llegué a la casa algunas personas pidieron conocerme. Pero todo el mundo creía llevar un gran diseñador dentro. Nadie me preguntaba mi opinión y entonces sentí que tenía que hacer otras cosas. Terminé mi contrato. Dije adiós, muchas gracias”.
Algunas fuentes arguyen que Venet nunca había querido tener ningún protagonismo mediático en la vida de Givenchy. A pesar de que la costura siempre ha sido su pasión y ha trabajado al lado de grandes como Elsa Schiaparelli, espigado, coqueto y muy discreto, el segundo plano siempre ha sido su especialidad. Solo un día como el de hoy ha pasado al primero: él ha sido quien ha anunciado al mundo el fallecimiento de ‘Le Grand’.
Como lo veníamos refiriendo la idea que compartían en común estos gigantes de la moda era como lo habían declarado en la televisión francesa, vestir a una mujer chic de 30 años. Pero Givenchy fue quien obtuvo un éxito seguro, sobre todo, en los Estados Unidos, donde acabó pasando grandes temporadas en las que exhibía sus creaciones en desfiles tanto en Nueva York como en Los Ángeles.
Venet detrás de Givenchy en el jet set de la moda internacional
Pese a su éxito en Estados Unidos, donde pasaba largas temporadas, Venet nunca lograría la enorme proyección internacional de Givenchy. Cuando este decidió retirarse, a mediados de los años 90, su compañero le siguió y cerró también su maison, en 1994.
A partir de entonces, dividieron sus vidas entre el magnífico hôtel d’Orrouer de París, un lujoso palacete del Siglo XVIII en la elegante Rue de Grenelle, en la rive gauche (orilla izquierda) de la capital francesa, y sus otras residencias, especialmente el palacio de Jonchet, en Romilly-sur-Aigre, una pequeña localidad de 500 habitantes a 140 kilómetros al sur de París.
Givenchy adquirió la mansión en los años 70 y residía en ella “cada vez más a menudo” junto con su compañero, Philippe Venet, explicaba el alcalde de la localidad, Philippe Gasselin, al diario L’Écho Republicain tras la muerte del diseñador. Un deceso que fue anunciado por el propio Venet, que se definió como su “compañero y amigo” hasta el final.
En 1985 fue reconocido en Francia con el premio Dedal de Oro, como el mejor diseñador del año. Su nombre era ya respetado y se apreciaba mucho su paleta vibrante de colores y sus impecables abrigos. El ‘New York Times’, de hecho, lo calificaba como uno de los diseñadores más animados de la moda parisina. Incluso, llegados los 90, se atrevió a lanzar su propia línea masculina. Pero aquello duró poco. En 1994 anunció el cierre de la maison: Givenchy dejaba su firma homónima (que había vendido al grupo LVMH) y Venet le iba a acompañar en su retiro dorado en sus impresionantes residencias en Francia.
Desde entonces, la fuerza del nombre Givenchy hizo que Venet se quedara en un mero acompañante (del que siempre estaba pendiente Hubert). La propia presencia que tenía el diseñador de ‘Desayuno con diamantes’, que medía 1,98, hacía todavía más pequeño si cabe a Venet, que destacaba justo por lo contrario.
En los últimos años, ya viudo y también con problemas de salud, Venet rechazó los homenajes que se le quisieron dar, pensando, según aseguran, que su legado no estaba a la altura, por ejemplo, del propio Givenchy. Pero merece la pena descubrir el legado que nos ha dejado uno de los diseñadores más callados, pero también más respetados del siglo XX en Francia.
SI QUIERES SABER MÁS SOBRE HUBERT DE GIVENCHY.
BIOGRAFÍA PARTE 1
BIOGRAFÍA PARTE 2
BIOGRAFÍA PARTE 3.
HUBERT DE GIVENCHY Y PHILIPPE VENET.
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