Conoce la historia de la lencería.
Lencería Femenina: historia del nacimiento de las Bragas y su evolución.
Generalmente se piensa en las Bragas como una prenda típicamente femenina, pero no fue hasta principios del siglo XX que su uso se popularizó por tanto la lencería tiene mucho que contar de su historia.
En la Edad Media, los miembros de la nobleza europea comenzaron a vestir ropas sencillas de lino bajo vestidos ricamente bordados y caros. Esto protegía los caros trajes de los cuerpos sucios, y proporcionaba una cálida capa para el que lo vestía; en aquellos días, las casas eran extremadamente frías, y la gente raras veces se bañaba.
En la antigua Roma, estaba mal visto cubrir las piernas. Era propio de los bárbaros, o una forma de protección de los más pobres. Cuando los ejércitos romanos empezaron a aventurarse hacia el norte, empezaron a comprender la utilidad de cubrir las piernas, tanto para combatir el frío como para protegerse de las rozaduras con los caballos.
Las bragas se usaron más como una especie de Pantalones, idea tomada de los bárbaros. Tanto ellas como las calzas se llevaban muy sujetas desde el tobillo o desde la rodilla a la cintura por medio de correas entrelazadas.
Se adoptaron asimismo las calzas, a menudo confundidas con las bragas pero que se diferenciaban de éstas en ser como nuestras medias, pero de paño o de cuero. Las túnicas siguieron usándose cortas sobre las bragas o calzas, pero con mangas. En cambio, las capas o mantos eran más amplios en uno u otro sexo y las mujeres las llevaban sobre túnicas talares.
Las calzas evolucionaron desde el siglo XIII hasta finalizar el XV y se llevaban ajustadas a las piernas desde el pie, hechas generalmente de punto (de lana o seda) y bordadas o adornadas.
Como en otros elementos que hoy consideramos puramente femeninos, las calzas eran inicialmente usadas únicamente por los hombres, pues las mujeres iban con los pies y piernas descubiertos, excepto por el zapato. Recién en el siglo XV las calzas empiezan a ser usadas por la mujer. Había diferentes formas de llevar las calzas.
- se llamaban bermejas las de color rojo y eran propias de nobles
- las calzas italianas eran listadas de arriba abajo y de dos colores diferentes
- a la española
- ahuecadas
- etc.
Antes de dicha época, se había introducido ya el uso, aunque menos frecuente de las calzas o medias calzas, pero siempre debajo de las túnicas cortas o de los briales, pero desde principio del siglo XV fueron suprimiéndose las túnicas y para lucir la gentileza del talle se adoptaron los jubones y corpiños, junto con las calzas enteras.
Se deja de usar el braguero. A la braga se le hace una especie de cinturilla doblando la parte superior de la misma para luego hacer varias aberturas por las que se pasa un cordón, correa o cuerda, quedando los cabos hacia fuera.
Cuando las calzas se alargan, llegando mucho más arriba del muslo, éstas se sujetan con un braguero que a su vez une la braga.
Hasta finales del siglo XVIII, la ropa interior que usaban las mujeres consistía en blusas largas y holgadas y blusas con ojales en la cintura o corsés, que en sus inicios era una prenda aristocrática.
Si el lazo decorativo está en la ropa interior de las mujeres, es porque las bragas no siempre han sido parafernalia femenina. Bajo sus enaguas, las mujeres, sobre todo las de buena conducta, iban sin nada más que la piel. Los hombres llevaban las bragas, pero era una prenda y no ropa interior y, puesto que eran visibles, tenían que ser estéticas, por eso se abotonaban.
Las mujeres tuvieron que esperar hasta la época del can-can para que se empezasen a diseñar prendas íntimas femeninas acordes a sus necesidades. La ropa interior femenina está asociada a las bailarinas de can-can en París de finales del siglo XIX. Por aquel entonces, la ropa interior no era más que una forma de abrigarse y evitar infecciones.
Hacia el año 1909, nace la lencería de moda pasajera. Las nuevas modas del momento requerían lencería especializada. Se crea la combinación como nueva prenda interior estrecha. Las combinaciones eran dos piezas de lencería combinada para convertirse en una, como la camisa de señora o corsé y las bragas o pololos.
En el año 1924, se realizaban camisolas y camisetas que acababan en las caderas y se llevaban pegadas por dentro de los pololos, eran de gran lujo, hechas de fina seda con acabados y apliques bordados a mano.
Los actuales lazos planos de las bragas son una reminiscencia de estas primeras bragas, que tenían que usarse para proteger el pudor de las mujeres. Pero esto también explica por qué siguen allí hoy cuando su primer uso desapareció hace tiempo.
Con el crack de 1929 y la Gran Depresión, las prendas de vestir se hacen más estrechas y escasas, como la lencería que las acompañaba.
Al estallar la II Guerra Mundial, las combinaciones fueron unidas en la cintura de las enaguas y pololos. Nace la braga de fantasía. Una prenda interior que va desde el torso hasta las caderas, con cuello redondo o tirantes.
Al finalizar la guerra, se pasó a fabricar prendas interiores más sencillas y, por lo tanto, menos caras. En los años 50`, influencias estadounidenses se empezaron a filtrar en la generación más joven. El rock and roll comenzó a ganar popularidad por lo que los adolescentes asentaron sus propios estilos de vestir. La enagua comenzó a llevarse de líneas rectas y sencillas para acompañar los nuevos y cortos modelos de falda, por lo que a la combinación se le agregó elástico a la cintura y la misma se acortó para acomodarse a la minifalda.
Los nuevos tejidos y fibras fabricadas por el hombre, tuvieron un efecto trascendental en el mercado de la lencería y en su historia evolutiva. A medida que los vaqueros se convierten en una prenda funcional, la lencería se adapta abandonando los delicados teddies de encaje por los bodies de lycra, ceñidos a la piel.
El estilo tan atrevido que mostró Madonna, provocó toda una revolución en las principales corrientes de la moda. Fue tal la cantidad de grupos de prendas creadas que la lencería dio un salto exponencial al estilo, la elegancia, el romanticismo e incluso a nivel deportivo.
Hoy en día, podemos llevar prendas que nos recuerden tiempos románticos, aunque muy incómodos, pero sin lastimarnos. La actividad de la vida de la mujer, en la actualidad, necesita de prendas que le permita moverse y llevarlas todo el día, sin dejar de lado la sensualidad o el romanticismo.
Una mujer que lleva una lencería hermosa de suave encaje, debajo de su ropa de trabajo, es una persona que se siente bien consigo misma, que camina más erguida y refuerza su autoestima, ya que la postura corporal acompaña nuestro estado de ánimo. Si, además, usa un liguero de buena calidad, que posea refuerzos acolchados para cuidar la piel, entonces, también se sentirá poderosa, que tiene control sobre su cuerpo y su feminidad. Se sentirá atractiva y sexy, y podrá disfrutar de la anticipación de un encuentro esperado.
En tiempos en los que la compra on-line es una necesidad, se pueden encontrar marcas que se dedican exclusivamente a la lencería. Es el caso de www.goldenangels.es que además de ofrecer una lencería de alta calidad a precios accesibles, personaliza las batas para novias y sus damas de honor.
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Pero con diferencias importantes respecto a la competencia, ya que todas ellas poseen elástico solamente en la parte de la cintura, y en la braga, también en la parte delantera. Este detalle, no provoca marcas cuando usamos pantalones o faldas. Los elásticos de alta calidad proporcionan una vida útil de la prenda más larga, por lo que no generamos residuos textiles tan a menudo. Una prenda de calidad baja, tiene una vida útil de 2 a 4 meses, aproximadamente. Una prenda de alta calidad, puede durar años, en buen estado.
Es por esto que el slow Fashion es la garantía de cuidar el medio ambiente. A la vez que adquirimos una prenda de buena calidad, promovemos el trabajo de un amplio grupo de personas en el rubro textil y dentro del marco de la Unión Europea. Pero, además, pagamos una vez por productos que podremos usar durante mucho tiempo, por lo que ahorramos una importante suma de dinero.
La lencería ha sido siempre un camino en el que me he sentido que había mucho por hacer y cambiar. Mi primer trabajo en la lencería, fue diseñar ropa bonita y funcional para embarazadas, cuando estaba en la Universidad de Buenos Aires. Poder dar solución a problemas a los que las mujeres se resignaban, me ha provocado siempre una gran felicidad. Los diseñadores podemos cambiar y mejorar la vida de la gente con prendas tan pequeñas como las Bragas.
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