Enrique Ortega Burgos

AL COPELAND: EL FUNDADOR DE POPEYES. PARTE 2.

CONOCE LA HISTORIA DE AL COPELAND EL FUNDADOR DE LA EMPRESA DE POLLO FRITO POPEYES.

En esta entrada continuaremos analizando la vida personal y empresarial de Al Copeland, el fundador de Popeyes, lo que personas autorizadas como el profesor Ricchiuti opinaban de él, los cambios de la receta suave a la picante, sus casamientos y divorcios, los éxitos en el deporte náutico, el rodearse de famosos, las extravagancias de sus celebraciones y el proceso de quiebra del negocio.

AL COPELAND: UN EMPRESARIO CLÁSICO E INCORFORMISTA. 

Probablemente quién mejor lo ha definido a Copeland es el profesor Ricchiuti que afirmó “Al fue un empresario clásico, que tuvo desilusiones, cosas que no funcionaron, pero eso no lo detuvo. Y estas cosas no las puedes enseñar en una escuela de negocios. Es algo dentro de ti. Tal vez provenga de un tremendo deseo de triunfar contra viento y marea».

No sorprende el hecho de que Copeland no terminara su escuela secundaria, ya que muchos otros empresarios también de éxito dejaron los estudios y se centraron en el negocio que había creado. Quizás Copeland justificaba frente a sus amigos el que había dejado los estudios diciendo que la chispa competitiva lo golpeó cuando estaba trabajando en el mostrador de bebidas en un supermercado Schwegmann’s en Gentilly.

Un compañero de trabajo nunca dejaba de hacer negocios. Cuando Copeland le preguntó por qué, el joven respondió: «Quiero demostrar que soy mejor que todos», dijo Wohl, también autor y artista local. Sin duda imágenes de inspiración para hacer negocios vinieron de la mano de la tienda de rosquillas que compró a su hermano Gilbert y que se convirtió en su fuente de ingresos.

Aunque de esas imágenes la que más influencia tuvo en Al fue lo que vio que sucedió cuando se abrió un local de Kentucky Fried Chicken cerca de su local. Inspirado por la cantidad de negocios que hacía la tienda, Copeland decidió comenzar a freír pollo. Después de dos años de probar recetas con amigos y familiares, abrió Chicken on the Run en Arabi en 1971.

 

EL ESLOGAN MÁS DE FAMOSO DE POPEYES PARA LLAMAR Y CAPTAR LA ATENCIÓN DEL CLIENTE. 

Su lema era «Tan rápido obtienes tu pollo antes de recibir tu cambio», y Copeland se puso él mismo en terreno neutral, ni de su local ni de Kentucky, repartiendo volantes. Pero el incipiente negocio tuvo problemas, tal vez, según lo que afirmara Wohl, porque Copeland lo estaba condimentando con una receta suave después de que sus amigos le dijeron que la versión picante que había preparado simplemente no se vendería.

Al darse cuenta de que el pollo frito de receta suave no iba a ninguna parte, Copeland comenzó a usar la receta picante. Para demostrar que estaba operando una nueva empresa, decidió cambiar su nombre. Y es entonces donde aparece la otra inspiración que le hizo quedar perplejo y fue el bautismo definitivo de su marca: The French Connection”.

 

En ese momento, Copeland sabía que el negocio tenía un nombre: Popeyes Mighty Good Fried Chicken. No hay apóstrofe en el nombre, y cuando le preguntaban por qué no se escribía como Popeye’s con el debido apóstrofe, bromeaba diciendo que era demasiado pobre para pagar uno.

En una industria conocida por su alta tasa de mortalidad de negocios que cierran antes del primer año, el restaurante comenzó a generar ganancias en tres semanas. Debido a que el negocio era tan dinámico, agregó la palabra “mighty” (poderoso, famoso, fuerte, enorme, son todas acepciones de esta palabra en inglés) al título, según lo que afirmara Wohl.

Las galletas llegaron más tarde a los puntos de venta, y también el nombre corporativo después de que Copeland trabajara con los chefs Warren LeRuth y Gary Darling para idear una receta. La locura de Popeyes estaba en marcha, alimentada por un popular jingle, «Love That Chicken From Popeyes«, que cantó el Dr. John, que se llamaba Malcom John Rebennack Jr., más conocido por su nombre artístico Dr. John, o también Dr. John Creaux, que era una celebridad del canto sureño que combinaba su arte como pianista y cantante, además de compositor cuya música combinaba géneros auténticamente del sur de Estados Unidos como los blues, boogie-woogie con el rock and rol.

En 1977, comenzaron las franquicias y, en una década, Popeyes se convirtió en la tercera cadena de pollos de comida rápida más grande del país, detrás de KFC y Church’s. En el camino, Copeland se casó dos veces: la primera vez con Mary Alice LeCompte, su novia de la infancia, y la segunda con Patty White. Ambos matrimonios terminaron en divorcio y la primera Sra. Copeland murió en 1995. Mientras construía su negocio, Copeland desarrolló su personalidad pública y fue elevado al estado de un ícono local.

Era un hombre con el que se podía contar para aparecer en un automóvil llamativo con ropa llamativa, generalmente negra, y luciendo perpetuamente bronceado y estado físico juvenil, generalmente luciendo uno o dos pendientes. Sus lanchas a motor de 50 pies (15 metros de eslora) rugían alrededor del lago Pontchartrain, y cuando competía tanto en Estados Unidos como en el extranjero, conocía y se relacionaba con personalidades famosas de la época, como el rey Constantino de Grecia, la princesa Carolina de Mónaco, Donald Trump y los actores Chuck Norris, Kurt Russell y Don Johnson.

AL COPELAND: COMPETICIONES DEPORTIVOS, TROFESO Y PREMIOS Y DONANCIONES. 

Todo este éxito terminó reflejado en un estante lleno de trofeos, y su fama en este deporte hizo que Copeland organizara el Offshore Professional Tour, un evento benéfico para recaudar fondos que se convirtió en un evento repleto de estrellas. Copeland se convirtió en lo que él llamó un «Santa secreto», suscribiendo regalos para 1.000 niños necesitados a los que Santa Claus se los entregara después del anochecer en Nochebuena.

 

EL APOYO ECONÓMICO PARA LA FORMACIÓN DE LOS FRANQUICIADOS.  

Como buena ironía del destino, el hombre que jamás había podido terminar los estudios de secundaria, estableció la Cátedra de Franquicias Alvin C. Copeland Endowed en la Universidad Estatal de Louisiana. También fue su dinero y fortuna la que apoyó el programa de aprendices del Instituto Nacional de Servicios de Alimentos y Delgado Community College para aspirantes a chefs.

Parte de su riqueza se destinó a organizar una exhibición navideña en su patio delantero que se hizo más grande cada año y generó tanto tráfico que sus vecinos le demandaron en 1983 para que se la quitaran. También se quejaron de su fiesta anual para cientos de invitados con un amplio menú y una pista de baile sobre la piscina cubierta. El espectáculo al aire libre se llevó a cabo en otros lugares de East Jefferson hasta 1991, cuando una versión reducida regresó a la casa del Copeland en Folse Drive.

Casualmente, 1991 fue el año en el que la audacia empresarial de Copeland pareció alcanzarlo. En 1988, hizo una oferta de 296 millones de dólares para comprar Church’s. Al año siguiente, la empresa acordó ser comprada por 392 millones de dólares. Pero para financiarlo, Copeland tuvo que pedir prestados unos 450 millones de dólares a un grupo de instituciones crediticias.

 

A PESAR DE LA QUIEBRA, UNA JUGADA ESTRATÉGICA GENIAL LE PERMITIÓ MANTENER LA ESENCIA DE SU NEGOCIO. 

En noviembre de 1990, Al Copeland Enterprises, la organización coordinadora de las actividades del Copeland y de Popeyes, declaró que estaba en mora por tener deudas por un valor de 391 millones de dólares  y que estaría en quiebra si cualquier prestamista le exigiera el pago. En septiembre de ese año, tenía deudas pendientes por un total de  7,5 millones de dólares. Los bancos que le habían prestado dinero para el acuerdo de Church’s presentaron una petición del Capítulo 11 de la Ley de suspensión de pagos y quiebras norteamericana, llevando a Copeland Enterprises en bancarrota.

Pero mientras Copeland renunció al control de su empresa de pollo frito, mantuvo el control del suministro de especias, una jugada estratégica que el profesor Ricchiuti consideró brillante. Ricchiuti describió muy bien la situación que se había presentado en estos términos: “estaba lidiando con algunos de los banqueros más inteligentes del mundo y sabía con qué cosas quedarse. Puede parecer un componente insignificante, pero superó a algunas personas bastante inteligentes”.

La declaración de quiebra se produjo dos meses después de su exitosa boda nocturna con Luan Hunter el día de San Valentín en el Museo de Arte de Nueva Orleans. Los fuegos artificiales, incluida la exhibición «Al, te amaré por siempre Luan» que iluminaron el cielo, y el helicóptero Popeyes, conocido como el picador de pollos, revoloteó lo suficientemente bajo como para esparcir pétalos de rosa y estallar una mini tormenta de polvo.

Ese matrimonio, que en realidad había comenzado con una ceremonia en Las Vegas casi cuatro meses antes de la extravagancia del museo, duró nueve años y terminó en una amarga pelea por la custodia de su hijo, Alex. Eclipsando eso, sin embargo, fue la declaración de culpabilidad de Ronald Bodenheimer, el juez original que presidió el caso, frente a los cargos que le hicieron a este juez por conspiración.

Sucedió que prometió un acuerdo de custodia favorable a Copeland a cambio de un posible contrato de mariscos y otros beneficios. Como resultado de una investigación federal llamada Operation Wrinkled Robe, Bodenheimer y dos de los asociados de Copeland fueron a la cárcel por participar en la conspiración. Bodenheimer pasó poco más de tres años en una cárcel de baja seguridad en Alabama. Después de cumplir condena en una casa de transición y confinamiento en su casa de Metairie, fue puesto en libertad condicional por tres años.

Copeland nunca fue acusado. A pesar de que esa unión terminó desordenadamente, Copeland se dirigió al altar una vez más, en diciembre de 2000, para casarse con Jennifer Devall. El pasillo estaba en la catedral de St. Louis, un hecho que hizo que se hablara sobre la conveniencia de tal evento para un Copeland que se le consideraba un divorciado múltiple. Sin embargo, un portavoz arquidiocesano señaló que la ceremonia respetaba la regla canónica porque solo una de las bodas de Copeland, la primera, ocurrió en una iglesia, y la esposa de esa boda había muerto, disolviendo así lo que la Iglesia Católica considera un vínculo matrimonial de por vida.

La boda tuvo un comienzo de cuento de hadas, con los recién casados ​​llegando a la recepción en la casa de Copeland en un carruaje de calabazas tirado por caballos y caminando bajo una línea de sables cruzados sostenidos en alto por personas vestidas como soldados de madera.

A pesar de ese lanzamiento brillante, este matrimonio también se disolvió terminando bastante mal la relación. Copeland fue arrestado por un cargo de violencia doméstica y, en los documentos judiciales presentados en el divorcio, su esposa admitió haber tenido una relación extramarital. Finalmente se concedió el divorcio.

 

COPELAND Y SU INCURSIÓN EN OTROS SECTORES DE ACTIVIDAD EMPRESARIAL DISTINTOS A POPEYES

De lo que no cabe duda es que Copeland se mantuvo muy ocupado, tanto por su vida personal como empresarial. Además de restaurantes, había invertido en tres clubes de comedia y tres hoteles. A su muerte, dijo Wohl, se estaba probando un menú para un restaurante de estilo brasileño en dos ciudades del medio oeste.

Esa actividad implacable era típica de él, y en palabras también del profesor Ricchiuti “una vez que lograba el éxito nunca le era suficiente. Porque la mayoría de la gente alcanza un cierto nivel de comodidad, pero eso no le atraía en absoluto».

Los sobrevivientes incluyen a cinco hijos, Alvin C. Jr. y Christopher Copeland, ambos de Metairie; Alex Cody Copeland de Folsom; y Chandler y Chaz Copeland, ambos de Madisonville; cuatro hijas, Bonnie Copeland, Alisha Catherine Copeland y Charlotte Copeland Womac, todas de Metairie y Cassidy Copeland de Madisonville; un hermano, Gilbert Copeland de Covington; y 13 nietos.

Copeland, murió en la ciudad de Munich, Alemania, a los 64 años de edad, por complicaciones del tratamiento del cáncer al que se estaba sometiendo tras haber sido diagnosticado pocos meses antes.

AL COPELAND JR

LA GASTRONOMÍA CLÁSICA ESTADOUNIDENSE VIENE DEL SUR.  

Los más puristas defienden que sólo existe una gastronomía estadounidense verdaderamente única, reseñable y original: la sureña, con la cocina criolla de Luisiana (cajún y creole) como eje principal. Ésta se formó a través de las influencias de las culinarias francesa, española, caribeña y africana, incorporando a su vez un carácter propio.

Hablamos de una cocina rústica, especiada y con mucho sabor, con el marisco (ostras rockefeller), los crustáceos (cangrejo de río), el arroz (jambalaya y gumbo), el pescado (salmón o pez gato ennegrecido), el pimiento y el pollo como ingredientes predilectos.

Cualquiera que viaje a Nueva Orleans puede probar las bondades de estos sabrosos y adictivos platos en el lugar en el que se originaron (siempre acompañados de una cerveza Abita o, mejor aún, de un Sazerac, uno de los cócteles más elegantes que existen), pero para ser exportados a otros estados requerían inevitablemente pasar por el filtro del fast food para convertirse en mainstream en Estados Unidos.

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KFC VS POPEYES: COMPARATIVA.

 

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