Enrique Ortega Burgos

Coronavirus y moda: la situación es excepcional y nos obliga a pensar también de manera extraordinaria

Las circunstancias excepcionales y nuestro Observatorio

 

Desde esta plataforma EOB queremos hacer una aportación al sector de la moda, el lujo y el retail, porque estamos siendo testigos de un momento absolutamente excepcional como consecuencia del impacto económico que el coronavirus está teniendo a escala global en todos los sectores de la economía.

Esto nos obliga a que nos salgamos de nuestras respectivas zonas de confort y también nuestras estrategias habituales, porque debemos responder de manera “irregular” (no con métodos convencionales) sino con mecanismos que protejan la vida humana. Esto nos exige que coordinemos las respuestas a nivel mundial para cortar definitivamente la cadena de contagios y se pueda llegar al punto de inflexión en el que estemos preparando ya el retorno a una normalidad, que se estima según los expertos, que podría producirse en un período de entre uno y tres meses.

 

Esta situación hace que pongamos a disposición a través de nuestro webmail esta plataforma con la finalidad de recibir opiniones, artículos, ideas, sugerencias, etc., que iremos publicando con prioridad, porque el momento lo exige.

 

O sea, que no sólo la opinión de autores y colabores que habitualmente contribuyen con su experiencia profesional, sino también, cualquier visitante que entre en nuestra plataforma y quiera aportar un conocimiento o una experiencia, aunque no pertenezca a nuestro sector, pero que igualmente será muy bien considerada.

Porque estamos en momentos críticos para reunir no sólo la voluntad para afrontar y vencer al virus, sino para tender los puentes necesarios para iniciar en cuanto se pueda el camino de recuperación. Lo que en economía llamamos “la senda de expansión”, que sin duda llegará con diferentes matices y ritmos, hacia el segundo semestre del corriente año.

Analizando la agitación financiera

Los mercados están siendo vapuleados por lo que se conoce como “turbulencias financieras”. El dicho de que “el dinero es cobarde” es una realidad, porque se están produciendo fugas de capitales, especialmente de países emergentes a economías que consideran más seguras, como Estados Unidos y Europa (en este caso, Suiza, Alemania, Lichenstein, Austria) y también Japón, Singapore, entre otros.

O sea, el impacto del coronavirus en los mercados ha sido muy serio y lo peor aún está por venir. Las grandes fortunas han disminuido en un día sólo unos 78.000 millones de dólares. Las estimaciones son casi imposibles de hacer, pero los comportamientos erráticos igualmente están en una marcada tendencia negativa que requiere de todo el esfuerzo de empresas y ciudadanos para revertir este proceso.

Las bolsas anticipan los quebrantos y las malas noticias. Del mismo modo, el cambio de tendencia puede estar descontando que hay una luz al final del túnel, momento al cual aún no se ha llegado porque faltan varias semanas de incertidumbre, más fallecimientos y medidas económicas que aún no se han puesto en vigencia, tanto en España como en el resto del mundo, porque como decimos, la situación es del todo excepcional.

Los inversores deberían acostumbrarse a la montaña rusa

 

Algunos analistas hicieron el paralelo de los mercados con los parques de atracciones, especialmente la no apta para cardíacos montaña rusa.

En el caso de Estados Unidos subieron a un pico histórico antes de una caída brutal y rápida del 11.5% en el S & P 500 durante la última semana de febrero. Y la cuestión no va bien en marzo, a tal punto que uno de los indicadores claves de la economía mundial como es el bono del Tesoro norteamericano a diez años cayó por debajo del 1%.

 

Esto denota un miedo e incertidumbre sobre cuáles van a ser aún las consecuencias de la propagación de la enfermedad de covid-19.

 

 

Según se puede observar, los mercados están luchando contra tres miedos simultáneamente:

1º) Que el virus se diseminará (y puede que ya lo haya hecho) ampliamente en Estados Unidos y el resto del mundo.

2º) La segunda cuestión estriba en cuáles deben ser las medidas eficaces y de aplicación obligatoria para contener la ola de contagios, lo que implica pedir a los ciudadanos que se queden en casa. Pero este confinamiento para los que están en edad activa invita necesariamente al teletrabajo, porque tampoco se puede parar totalmente la economía.

Es imprescindible mantener un mínimo de productividad, para lo cual  los trabajadores deben procurar hacer todas sus tareas habituales desde casa (los que sus trabajos se los permita) si se quiere que esta crisis del coronavirus no incremente aún más las graves consecuencias económicas que ya está mostrando.

3º) Por último, ese tercer miedo está en que los que son los formuladores de políticas (gobiernos e instituciones) puedan resultar incapaces de evitar que la interrupción de gran parte dela actividad económica a corto plazo se convierta en un daño a largo plazo.

El sector moda

Sabemos la importancia que la moda tiene en la economía a nivel mundial. Pero algo ocurrió después que el brote de coronavirus obligara a los diseñadores de moda chinos, compradores y otros expertos de la industria, a saltarse la Semana de la Moda de Milán a fines de febrero.

Fue entonces la Cámara Nacional de la Moda Italiana, que lanzó una campaña para demostrar solidaridad con el gigante asiático diciendo: «China, estamos contigo.»

La paradoja fue que al final de la semana de la moda, Italia se enfrentaba a un brote de coronavirus propio y las calles de Milán empezaron a vaciarse. Las modelos publicaron selfies de Instagram en máscaras, las revistas de moda les pidieron a sus empleados que trabajaran desde casa y Giorgio Armani realizó el desfile de moda Otoño / Invierno 2020/2021 de sus mujeres en un teatro vacío.

Sólo en Italia, la industria de la moda mueve más de 100 millones de dólares. Y los problemas se multiplican en Europa, ya que las empresas del sector están luchando para hacer frente a los problemas de la cadena de suministro y la débil demanda. Esto augura unos seis meses de retardo en volver a la velocidad crucero de las actividades comerciales de todas las marcas.

Obviamente al ser China la fábrica del mundo, las empresas en una amplia gama de industrias dependen de este gigante de fabricación y un mercado de consumo de más de 1.400 millones. Pero a medida que la vida en algunas partes del país se detiene casi por completo ante el brote, esa dependencia se parece cada vez más a una debilidad. Es el mayor productor mundial de textiles, y produce muchos de los otros elementos que se incluyen en la ropa, desde botones hasta cremalleras e hilos.

Salir reforzado de las crisis

 

Cuando se desató la Crisis Financiera Internacional 2008-2009, es evidente que como en otras anteriores, también se produjo un fuerte ajuste de la economía. En este caso, a nivel financiero y bancario, porque se tuvo que legislar y regular el comportamiento del sector financiero que había sido especialmente el más afectado y también el que se atribuía el “mérito” de haber provocado la primera ola de ese tsunami que arrancara con Lehman Brothers.

Los momentos de crisis siempre provocan grandes deserciones como consecuencia del ajuste. Los que quedan, son los que han tenido la capacidad de adaptarse a las nuevas circunstancias del mercado.

Pero ¿cuáles son las capacidades que requerirán las organizaciones de todo tipo (pymes y grandes corporaciones) para adaptarse a una circunstancia en la cual aún no se sabe cuál es el fondo? No que no ha tocado el suelo, sino que nadie sabe dónde está.

Esto es lo que la diferencia de las crisis anteriores, porque estamos hablando de vidas humanas que terminarán desapareciendo y no sabemos con precisión cuántas más deberemos lamentar al cabo de unas cuantas semanas más de lucha contra el virus.

Lo que sí se está diciendo ahora, por ejemplo en el sector de la moda, es que las empresas se han hecho muy dependientes de China, porque la gran mayoría de ciertos productos solo se hacen en este país. Al establecerse esta dependencia, cuando la gran fábrica China se ha parado, las consecuencias afectan a todo el mundo. Las demoras en la cadena de suministro son particularmente problemáticas en el negocio de la moda, porque la ropa se vende en temporadas.

Las empresas que reciben materias primas como textiles pueden necesitar rebajar los productos o cobrar a los fabricantes por demoras. Las compañías que venden sólo «etiquetas privadas», o una marca de firma, pueden ser especialmente vulnerables porque les será más difícil cambiar de proveedor.

El negocio de moda rápida centrado en las tendencias también estará en peligro, ya que la línea de tiempo desde el diseño hasta la entrega de manera rápida se ha comprimido de manera muy significativa, por lo que no hay mucho tiempo extra para que si hay un retraso de algún tipo, haya un margen incorporado.

Si bien el impacto en sectores como turismo, entretenimiento y tecnología ya se daban por descontados, las industrias del estilo de vida, incluida la moda, también se han visto afectadas.

Cancelaciones de eventos

Los eventos de moda programados para realizarse en China o cerca de ella fueron los primeros en anunciar cancelaciones. Esto incluyó Kingpins Hong Kong, el show de cruceros de Chanel en Beijing y la totalidad de la Semana de la Moda de Shanghai, que debía comenzar el 26 de marzo.

Cuando los casos del virus comenzaron a aparecer en Italia el mes pasado, Giorgio Armani canceló su show de la Semana de la Moda de Milán. Sin embargo, varios diseñadores han decidido cancelar de manera preventiva los programas programados para las próximas semanas en varios lugares.

Prada canceló su presentación de crucero el 21 de mayo, que debía realizarse en Japón.

El show de cruceros de Gucci en San Francisco, que había sido planeado para el 18 de mayo, también fue cancelado, al igual que el evento de cruceros del 16 de mayo de Versace. Max Mara anunció el 10 de marzo que cancelaría su próximo crucero, programado para el 25 de mayo en San Petersburgo.

Impacto negativo en las ventas

Numerosas marcas mundiales, incluidas Nike y Uniqlo, cerraron sus operaciones en China tras el brote de coronavirus.

Esto ya ha tenido un impacto en las ventas. Ralph Lauren informó una disminución en las ventas en una estimación de 55 a 70 millones de dólares. Capri Holdings, propietario de Versace, Michael Kors y Jimmy Choo, experimentó una pérdida de ingresos de 100 millones de dólares, según CNBC.

 

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